Las conclusiones se basan en 243 hombres de entre 15 y 55 años a los que dividieron en dos grupos. A uno de ellos se le administró una dosis de testosterona similar a la que podría recibir en situaciones típicas como durante una actividad deportiva y, al otro, placebo.
Durante la segunda parte del estudio, a los voluntarios se les pidió que observaran tres anuncios distintos del mismo producto. En uno de ellos, del producto destacaba su alta calidad; en otro, que era lujoso y, en otro, que denotaba poder. Aquellos que habían recibido la dosis de testosterona tendían a escoger el producto lujoso y no le daban tanta importancia al poder o a la calidad.
De ser ciertos los resultados del trabajo, consumir bienes que, en nuestra sociedad, definen la pertenencia a un determinado y elevado estatus social podría tener detrás sus razones biológicas.
"Entre nuestros parientes animales más cercanos, los machos dedican mucho tiempo y energía a luchar por dominar al resto (…) nosotros hacemos lo mismo, pero nuestras armas son lo que llevamos puesto y el auto que conducimos en lugar de las garras, los puños y los músculos", explica Colin Camerer, uno de los autores del estudio. Sus palabras las recoge The Verge.
Gideon Nave, otro de los investigadores implicados en la investigación, advierte que las conclusiones del equipo no son más que un primer paso para lograr definir las implicaciones que tiene la biología a la hora de escoger productos que denotan un mayor estatus social y que las diferencias entre culturas podrían modificar los resultados.
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