Conocido como AMLO por sus siglas, este veterano político de 64 años y oriundo del estado de Tabasco ha vencido con mucha holgura en la cita con las urnas del pasado domingo 1 de julio pues obtuvo un 53% de los votos, 30 puntos porcentuales por delante de su siguiente competidor, Ricardo Anaya.
El nieto del militante comunista español José Obrador Revueltas ha anunciado que su llegada al poder será la cuarta revolución en el país, tras la independencia (1810-1821), las reformas liberales (1857-1861) y la Revolución mexicana (1910-1924). Pero esta vez, sin tumultos ni derramamientos de sangre.
El líder del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) promete acabar con la corrupción y la desigualdad social, dos monstruos colosales. Su triunfo incontestable es el premio a la constancia pues ya luchó por el cargo en 2006 y 2012 y fue derrotado. Pero también es la respuesta al desencanto, incluso a la desesperación de muchos compatriotas que buscan un cambio de rumbo. Convencidos de que ya no podían estar peor de cómo están ahora. La Presidencia del priista Enrique Peña Nieto está bajo mínimos. Su sexenio presidencial se cierra con un margen de aprobación que sólo alcanza un mediocre 12%.
Extirpar el cáncer de la corrupción traerá, en opinión del presidente electo, prosperidad a los empobrecidos estados meridionales y restaurará la dignidad nacional actualmente resentida.
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López Obrador, que tomará las riendas del país el próximo 1 de diciembre, se ha posicionado a sí mismo como el líder más izquierdista en México desde que Lázaro Cárdenas se hizo con el poder en 1934, distribuyendo la tierra entre los campesinos y nacionalizando industrias extranjeras, incluidas compañías de petróleo.
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En contraste con las ostentosas formas de muchos dirigentes del PRI o del PAN, López Obrador declaró que continuará viviendo en su casa de clase media, transformará la residencia oficial en un centro artístico, venderá el avión presidencial y se reducirá el salario.
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Otro desafío de la segunda economía de América Latina va a ser el futuro de las relaciones bilaterales con su poderoso vecino del norte. El inquilino de la Casa Blanca reaccionó a la noticia del triunfo de AMLO con inusitada cordialidad. "Estoy deseando trabajar con él. Hay mucho por hacer que beneficiará tanto a Estados Unidos como a México", difundió Donald Trump a través de su red social favorita.
Es posible que el nuevo dirigente mexicano opte por un nacionalismo económico, lo que podría hacer más difícil alcanzar un acuerdo con Trump sobre el TLCAN, el tratado de libre comercio que también incluye a Estados Unidos y a Canadá.
López Obrador desconfía de Trump, sus excesos retóricos y la política que afecta a México y a los ciudadanos mexicanos que viven y trabajan en EEUU. También se opone a la imposición de políticas económicas y de seguridad. Según el exembajador Jones, el presidente electo "más que ser antiestadounidense, es un nacionalista que protege la soberanía nacional mexicana".
"No les voy a fallar". Ese bien podría ser el lema de AMLO, dispuesto a pasar a la historia como un buen presidente de México, mejor que sus predecesores. El tiempo dirá si lo ha conseguido.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK