"Las condiciones simplemente no han sido creadas todavía para que un gran número de personas regrese a sus hogares", expresó, citado por el servicio de prensa del CICR.
El funcionario subrayó que los refugiados ubicados en campamentos de Bangladés viven en unas condiciones estremecedoras que solo pueden empeorar tras el comienzo de la temporada de lluvias.
Representantes de las principales confesiones locales comentaron a Maurer que la vida económica y social de la región ha sido destruida por completo y la gente depende ahora de las ayudas humanitarias.
Más de 700.000 rohinyás, un grupo étnico musulmán bengalí del norte del estado birmano de Rakáin, huyeron a la zona limítrofe de Bangladés en poco menos de un año desde finales de agosto de 2017, en medio de un brote de violencia provocado por un ataque del llamado Ejército de Salvación Rohinyá de Arakán (antiguo nombre de Rakáin) contra 30 puestos policiales y la operación militar llevada a cabo por los militares birmanos en respuesta.
Vídeo: Cómo se ve la crisis de los refugiados rohinyás
La operación militar se saldó con más de 400 muertos.
Birmania, una nación mayoritariamente budista, deniega ciudadanía y derechos civiles a esta comunidad musulmana estimada entre 1,1 y 1,5 millones de personas, alegando que son inmigrantes bengalíes; el conflicto y la crisis humanitaria se agravaron especialmente con la transición política de un régimen militar a uno civil ocurrida entre 2011 y 2012.