Mientras el análisis predice un aumento de un 1,6% anual hasta 2023, tendrá sus locomotoras y cambios estructurales a lo largo de media década.
Eso se debe, en gran parte, al fuerte compromiso de Pekín para reducir el uso de combustible contaminante, como el carbón —muy prominente en China— hacia el uso del gas natural, considerado el hidrocarburo más ecológico en existencia.
Por otro lado, el aumento de la demanda será más preponderante en la industria en vez del sector energético propio.
Además, según la IEA, crecerán las exportaciones de gas natural licuado.
En este sentido, el ente internacional pronostica que EEUU proveerá un 40% del aumento de la producción del GNL, y para el año 2022 Washington será responsable de un 22% de los suministros mundiales de este tipo de combustible.
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Las predicciones de la IEA corresponden a las expectativas de las empresas europeas, que defienden la necesidad de nuevas infraestructuras para transportar el gas natural con los argumentos del aumento del consumo para las industrias de la región.
En este sentido, los socios europeos del gasoducto ruso Nord Stream 2 argumentan que la nueva ruta de suministros será indispensable para Europa.
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