El gobernador del estado de Nuevo León, polo industrial del país y uno de los más afectados por la violencia, ingeniero agrónomo de 60 años que siempre viste de vaquero, logró en abril que el Tribunal Electoral, en apretada decisión, le permitiese aparecer en la boleta electoral.
El Bronco irrumpió como fenómeno electoral independiente al ganar los comicios de 2015 en Nuevo León, un estado fronterizo con EEUU y sede de algunas de las más importantes industrias mexicanas, tras romper con el gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI), en el que se forjó como diputado en los años 90 tratando de capitalizar el descontento de buena parte de los mexicanos con las organizaciones políticas.
"La gente está 'hasta la madre' de los partidos y yo voy a aprovechar eso", exclamó utilizando una típica expresión mexicana de hartazgo, cuando la autoridad electoral le autorizó a inscribir su candidatura presidencial.
Contra la solemnidad
Convencido de que toda la llamada "partidocracia" es parte de los problemas del país, durante sus nueve meses de campaña El Bronco trató de seguir una estrategia similar a la implementada en el estado fronterizo, donde logró consolidarse gracias al uso de un altisonante lenguaje franco y directo.
El Bronco comenzó a notar que no podía mantenerse dentro de las formas atildadas después de que fue blanco de al menos dos atentados en 2011, ambos atribuidos al cartel criminal de Los Zetas, y la muerte de uno de sus hijos en 2009, atribuida por algunas versiones en la prensa a una acción de narcotraficantes.
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Una de sus confesiones más aplaudidas por el público ocurrió cuando, durante el segundo de los tres debates entre candidatos, reconoció quién era su verdadera heroína: "mi madre no sabe leer ni escribir; si ella pudo superar la violencia, cualquier mamá puede logarlo", exclamó.
Esa iniciativa, que no fue considerada con seriedad, generó una ola de comentarios que marcaron tendencias en las redes sociales, donde las imágenes conocidas como "memes" lo mostraban a él mismo junto a los demás candidatos: todos amputados.
El estilo ranchero e informal, escenificado habitualmente con los caballos de sus establos y los mensajes públicos retadores, tratan de proyectar a un 'outsider' que desafía al sistema político en el que se formó.
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No obstante, sus detractores recuerdan su larga militancia en el Partido Revolucionario Institucional, al cual se afilió cuando tenía 24 años, y los controvertidos resultados de su gestión como gobernador, que según sondeos de prensa es desaprobada por sus paisanos ante el aumento en la tasa de homicidios y la violencia en las cárceles, como la muerte de 49 presos en un motín en el penal de Topo Chico, en febrero de 2016.
Los límites de la irreverencia
Esa estrategia de sinceridad comunicada en clave de lenguaje popular le dio una gran popularidad en su tierra natal serrana y árida, sobre todo en Monterrey, tercera ciudad del país, capital de su estado neoleonés; pero no ha cosechado los frutos que esperaba a nivel nacional.
A ello se suma que las autoridades electorales anunciaron a fines de mayo que investigan si en la campaña lanzada para recoger las firmas que le dieron la candidatura independiente utilizó a empleados públicos y recursos estatales.
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Como sea el resultado de las pesquisas, es el primer candidato en la historia política reciente que llegó a la boleta electoral sin partido.
"Si México gana contra Corea, yo ganaré las elecciones", aseguró una semana antes de los comicios.
Ese resultado ya ocurrió: 2-1 a favor de la selecciona nacional.
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Como sea, es el único de los candidatos que sabe lo que hará inmediatamente después de las elecciones: salvo una sorpresa mayor, volverá al palacio del gobierno en su feudo norteño, del cual pidió una licencia de seis meses para su campaña presidencial.
Sin aparato competitivo en el resto del país, sin los recursos de las aceitadas maquinarias partidistas, las expectativas se centran en el candidato de izquierda Andrés Manuel López Obrador (46%); seguido de lejos por el empresario y candidato de un frente centrista encabezado por el derechista Partido Acción Nacional (PAN, centroderecha), Ricardo Anaya (26%), y por el aspirante del gobernante PRI, José Antonio Meade (20%).