"Es un fruto que está madurando, solo Dios sabe cuándo volverá la monarquía, pero podría ser antes de lo que se cree, la gente no aguanta más", estimó el príncipe Bertrand, hermano menor de Luiz I, quien a sus 80 años sería en realidad el ocupante del trono en caso de una restauración monárquica.
Pero es Bertrand quien se dedica a viajar por el país para encontrarse con personas que anhelan el regreso de la monarquía y convencer a los descreídos que la corona es la solución a los males de la república.
Para el príncipe, el Brasil republicano es un Estado "totalmente fallido" y los brasileños están cansados, porque perciben que la república provocó el caos y la corrupción.
Bertrand propone que el país estaría "mucho mejor" con una monarquía que aportara unidad, estabilidad y continuidad; sería una monarquía parlamentaria con el mismo papel moderador que tienen la mayoría de casas reales europeas, remarca.
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En 1993, años después de la adopción de la Constitución de 1988, se celebró un referéndum en el que los brasileños pudieron optar sobre su modelo de Estado, y apenas 13% votaron por la monarquía.
Para Bertrand, la casa imperial corrió con una clara desventaja en aquella campaña, pues toda la prensa estaba en su contra, y además la república "deformó" la historia, intentando vincular a la monarquía con la tiranía o incluso con el regreso de la esclavitud, alega.
"Si se volviera a hacer ese referéndum el apoyo hoy en día sería mucho mayor", asegura el príncipe, y cita algunas encuestas que apuntan apoyos de entre 40 y 60% de la población.
A falta de una nueva votación que, paradójicamente, devuelva a los Bragança al poder, la próxima cita con las urnas que tendrán los brasileños son las elecciones generales de octubre, que se plantean más imprevisibles que nunca.
Para el príncipe Bertrand eso es un "alivio".
"Todo el mundo sabe que Lula es un ladrón, y además de ladrón era comunista", asegura Bertrand.
En su opinión, las encuestas que dan al, expresidente como favorito son simplemente "mentira".
Su "alteza imperial y real", tal el título que se atribuye, dice no querer decantarse por un candidato porque su papel es necesariamente apolítico, pero no ahorra críticas a los gobiernos del Partido de los Trabajadores (PT), que se mantuvo en el poder durante 13 años.
"Brasil fue saqueado por un partido que en realidad era una secta roja (…) toda la corrupción que cometió fue para mantenerse en el poder 30 años, comprando poder político", afirma Bertrand sobre el PT.
Bertrand considera que en Brasil no hay racismo y que la lucha contra la desigualdad es una quimera.
En su opinión, el programa Beca Familia, que entrega ayudas mensuales a familias pobres a cambio de que escolaricen a sus hijos, es "un crimen" porque creó personas que no están dispuestas a trabajar, sino a vivir a costa del Estado.
La familia imperial brasileña, radicalmente en contra del aborto o del matrimonio homosexual, tiene fuertes vínculos con la organización ultraderechista Tradición, Familia y Propiedad y, según sus informaciones, vive de las conferencias y charlas que sus miembros realizan por el país, así como de donativos que realizan individuos monárquicos.
Los Orléans e Bragança reclaman al Estado brasileño la devolución, entre otros bienes, del Palacio de Guanabara (actual sede del Gobierno del estado Río de Janeiro y antigua residencia de la princesa Isabel) y del Museo Imperial de Petrópolis, que el emperador Pedro II (1831-1889) mandó construir para veranear en las montañas de las afueras de Río.
Ese palacio reconvertido en museo es uno de los pocos testimonios del pasado real de Brasil, que se remonta a 1808, cuando el rey portugués João VI llegó a su colonia brasileña a toda prisa huyendo de Napoleón.