"López Obrador cumplió con su meta de no engancharse en una pelea, ninguno de sus rivales lograron lanzar un golpe que lo noqueara" dijo a esta agencia Carlos Heredia, profesor de posgrado del Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE), autor de decenas de ensayos políticos sobre Norteamérica.
El discurso nacionalista del candidato de la coalición que encabeza el Movimiento de Regeneración nacional (Morena, izquierda) "esgrime que todos los problemas se solucionan mágicamente acabando con la corrupción".
El centrista Ricardo Anaya, segundo en las encuestas "fijó la pauta del debate con algunas estocadas", por ejemplo, con ataques al supuesto tráfico de influencias que habría cometido López Obrador cuando fue jefe de Gobierno de la Ciudad de México (2000-2005).
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En cambio, el oficialista José Antonio Meade trató de aparecer como el "candidato docto", con experiencia en el terreno de dos gobiernos consecutivos de Felipe Calderón (2006-2012) y Enrique Peña Nieto (2012-2018), de partidos diferentes, e intentó ligar al puntero al escándalo de sobornos de la constructora Odebrecht.
"Pero, como ha ocurrido a lo largo de la campaña, sus dichos tienen escasa credibilidad, porque a cualquier intervención suya surgió la pregunta: ¿por qué que no lo hizo cuando fue funcionario de Peña Nieto y Calderón?" interrogó Heredia.
Reconfiguración del mapa político
El autor señaló que el flujo de oficialistas del PRI hacia Morena continúa a media que se acerca el día de la elección, "en busca de una reinvención del PRI", dijo el politólogo.
El propio López Obrador "ha expresado que otorga un perdón a Peña Nieto, que no lo va a investigar; que por lo tanto no tiene la intención de castigar actos de corrupción del gobierno saliente".
Se trata de un entendimiento político, para impedir que Anaya ocupe un segundo lugar competitivo, "mediante una intervención cínica y descarada", dijo Heredia.
La presidencia de México sigue jugando el papel de jefatura de campaña de Meade, por encima del candidato, argumentó.
El objetivo es "apuntalar las candidaturas oficialistas al Congreso, y rescatar los muebles del naufragio, para evitar que el PRI termine reducido a una fuerza irrelevante", según las tendencias.
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A partir de esa proyección, "la reconfiguración del mapa político que acerca al PRI con Morena tal vez sorprenda a un público fuera de México, pero es lo que estamos viendo como resultado de esta contienda", indicó el autor de una docena de obras sociológicas.
La pregunta en el aire es: ¿Cómo va a impactar ese fenómeno al próximo gobierno?
"Ante la debacle del PRI, los instintos de sobrevivencia de Peña Nieto y su partidarios es asegurar posiciones en el Congreso, aunque no se trata de un acuerdo expreso o explícito con AMLO", indicó.
Una recomposición del sistema de partidos se avecina tras las elecciones, en el seno de las tres coaliciones que impulsaron las principales candidaturas.
El Partido Acción Nacional (PAN, centroderecha) está fracturado por lo menos en tres partes, y el Partido de la Revolución Democrática (PRD, centroizquierda) ha reducido su influencia a un dígito del porcentaje de electores.
Escenario del triunfo de AMLO
Tras el debate y como marcha la contienda, "la incógnita es cómo gobernaría AMLO, con un espectro que va desde algunos intelectuales que son premios nacionales hasta personajes con pasados muy oscuros", dijo a Sputnik el cineasta y analista de imagen Manuel de Alba.
La atención se traslada a los restos del sistema de partidos que llega su fin "con un PRI dividido, sin gobernadores cruciales y menos apoyo local excepto el estado de Yucatán", observó.
En las filas de la coalición por México al Frente de Anaya "se perfila un PAN fragmentado y derrotado, que recoge los restos del PRD que no se fueron a Morena".
La recta final favorece a López Obrador, acepta, si es que "no ocurre una catástrofe mayor, un escenario que no es menor en una campaña en la que han sido asesinados 114 políticos y candidatos durante seis meses de campaña".
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"La confrontación giró sobre el tema de la corrupción, con más referencias populistas, con eslóganes, que con propuestas de fondo", el escenario favorito de López Obrador.
De poco sirvió que Meade haya presentado su mayor experiencia de gobierno, "con más preparación, con un vocabulario más amplio y más preciso, porque el fardo del PRI rebasa su inteligencia y capacidad".
El problema de su discurso es que "al referirse a los logros, demostró que conoce sus límites, antes que los retos".
La mayoría se identifica con la simplificación del discurso del puntero "que de nuevo mostró su superioridad que tiene en ese terreno".
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En efecto, la respuesta airada que López Obrador espetó a Anaya fue: "no soy corrupto como tú".
AMLO logró proyectar su personaje, como "el candidato de las mayorías desfavorecidas, que da esperanza a los pobres de que por fin podrán acceder al poder, fascinados por el contenido monotemático con el combate a la corrupción de remedio curativo".
Anaya mostró ser buen polemista y expositor, pero "las elecciones no las gana el más elocuente, sino el que aterriza y simplifica su discurso, y en eso López Obrador es un maestro de la retórica popular", puntualizó.
El debate se realizó a 18 días de los comicios, mientras la selección se apresta a debutar en Moscú contra Alemania, el 17 de junio.