El artículo de Nixon llama al pesimismo. El futuro de Europa pasará por la vuelta al escenario que atravesó el Viejo Continente en 1989, solo que esta vez el papel de imperio moribundo que ha perdido su influencia europea de la noche a la mañana no será representado por la Unión Soviética, sino por Estados Unidos.
"Desde la perspectiva europea, el riesgo de que el continente se enfrente al colapso del orden estadounidense en Europa es comparable al colapso del orden soviético de 1989. Aquel año, el control que Rusia mantenía sobre Europa Central y Europa del Este colapsó prácticamente de la noche a la mañana cuando se evaporó la ideología en la que se basaba el sistema de reglas comunes. Eso obligó [a los países del este] a buscar alternativas", escribe Nixon.
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Para entender la nueva posición que Washington ha optado por mantener con Europa se hace necesario tener en cuenta la salud de la economía estadounidense. En su posición de presidente de Estados Unidos, Donald Trump "está obligado" a hacer que parezca que a la economía estadounidense le va todo bien, explica Danílov, y que en el futuro solo cabe esperar que le vaya mejor. No siempre fue así.
"Durante la campaña electoral, Trump dejó bien claro que la economía estadounidense era 'una gran burbuja'. Precisamente el estado de su economía es el principal problema y dolor de cabeza del mandatario. Los intentos de corregir el estado crítico en el que se encuentra a expensas de otros (…) definen la estrategia en la que se basa toda su política exterior", subraya Danílov.
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"Eso deja a los europeos ante un reto probablemente existencial. El presidente francés, Emmanuel Macron, dice que a Europa se le está obligando a elegir entre hacer que el momento que está atravesando el continente sea carolingio o lotaringio, haciendo referencia al periodo de unidad por el que pasó Europa bajo el control de Carlomagno (…) y al de inestabilidad y fractura que siguieron a este tras su muerte", explica Nixon.
Pueden intentar convertir la crisis existencial en un instrumento mediante el que consolidar y centralizar Europa bajo una única voz, como propone Macron, y pueden, también, tratar de establecer alianzas tácticas con China y con Rusia. "O intentar combinar ambos escenarios", advierte. Aunque por ahora tanto la canciller alemana, Angela Merkel, como el propio Macron se comportan como si hubiera una tercera opción: "Esperar hasta que EEUU recupere la cordura". Aunque después de la fallida cumbre del G7, son pocos los que creen que suceda.
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