La imagen de Clovis abrazado a una réplica del trofeo tras la derrota de la 'canarinha' ante Alemania por 7-1 en Brasil 2014 dio la vuelta al mundo. Pero en su país ya era conocido desde el Mundial Corea-Japón 2002 como un ícono indiscutible del fanatismo y la pasión que genera el fútbol en la sociedad.
El debut del 'Gaúcho' —como se conoce a los habitantes de Río Grande del Sur— en los Mundiales fue en Italia 90. Hasta ese momento, Clovis trabajaba sin descanso. Nunca había tomado vacaciones, hasta que luego de un momento de estrés decidió embarcarse hacia Milán para apoyar a la 'verdeamarela'.

"Argentina nos eliminó temprano. Él volvió, pero amó la experiencia de tomarse vacaciones. Cuando volvió a Brasil me miró y me dijo: 'Vas a hacer un curso de inglés y en la próxima serás mi intérprete'", relató Frank Fernandes a Sputnik.
Así lo hizo. En 1994, ambos viajaron a Los Ángeles para asistir al Mundial de EEUU. Brasil se llevó la copa a casa, un hecho especial, ya que "hacía 24 años que Brasil no ganaba" ese campeonato.
"Nos gustó tanto hacer esos eventos internacionales que empezamos a frecuentar Juegos Olímpicos, Copas América y Confederaciones. Vamos a tener los dos siete Mundiales. En verdad mi padre tenía siete y yo seis, pero voy a empatar con él en Rusia", recordó Fernandes.

En el periplo se sumaron los otros hermanos: Gustavo, que lleva cuatro Mundiales; así como Karine y Marjorie, que viajaron a los Juegos Olímpicos. Este 8 de junio, Gustavo y Frank —que integran el grupo Gaúchos na Copa— se toman el vuelo para llegar a Moscú el domingo 10 a las 07.20 de la mañana.
"Estoy ansioso, loco por ir, muy feliz y estoy muy emocionado. Va a ser mi primera copa sin mi padre. Es un algo lleno de energía, un sentimiento que no logro describir", confesó el brasileño.
A Rusia viajarán con la famosa réplica del trofeo y el sombrero de Clovis, símbolos reconocidos por los hinchas, que piden sacarse fotos para recuperar la magia que el 'Gaúcho da Copa' legó a todos los brasileños.
"Suelo decir que [la réplica] es más besada, tocada que la original. Más personas hacen el gesto de levantarla como los capitanes cuando son campeones del evento. La original queda guardada en un museo y solo se levanta cada cuatro años. Esta queda en manos del pueblo", dijo Fernandes.
El hijo de Clovis se dedica al turismo y la restauración en la paradisíaca localidad de Praia do Rosa, en la costa atlántica de Santa Catarina. Como su objetivo es establecer un "intercambio" con el pueblo ruso (al que considera "hermano" del brasileño), pone a disposición 'Blue House' sus alojamientos en el sur de Brasil a los rusos que se ofrezcan a hospedarlo a él y a su hermano en Moscú, Róstov del Don, San Petersburgo y otras ciudades a las que clasifique la 'Canarinha' a lo largo del Mundial.

"Tendrán el gusto de hospedar la Copa de Clovis", bromeó. La misma está hecha a imagen y semejanza de la original. Tiene el mismo peso y tamaño. Cuando el 'Gaúcho' se hizo famoso en Brasil, una persona se la regaló por considerar que con él "combinaba" mejor.
Ahí decidió llevarla a todos los juegos en los que estuvo. Y "dio mucha suerte".

Para Frank, Rusia 2018 tendrá una mística especial que lo retrotrae a su primer viaje al lado de su padre a EEUU 1994, cuando Brasil cosechó su cuarto campeonato mundial, título que no conseguía desde México 1970. Por un lado, pronto cumplirá 40 años, la misma edad que tenía Clovis en aquel entonces.
"Yo nunca había salido fuera de Brasil. Tenía 14 años, no había subido a un avión. Tenía el sueño de conocer EEUU. Fui y ganamos mi primer Mundial. En la tribuna mi padre me miró en ese momento y dijo: 'Solo tuve una emoción más grande de la que siento ahora. Tenerte a ti, a Marjorie, a Karine y a Gustavo'. Eso me marcó mucho", recordó.

Hace dos semanas, el brasileño se enteró de que su esposa está embarazada. Es decir, que un nieto de Clovis está en camino. "En ese momento logré entender a mi padre en relación a la emoción que sentía", confesó a Sputnik.
De aquella final del 'tetracampeonato' recuerda el homenaje a Ayrton Senna, el as de la Fórmula 1 brasileño fallecido pocas semanas antes, el 1 de mayo de 1994 durante el Gran Premio de San Marino. El equipo tenía un cartel que decía "Senna…aceleramos juntos, el Tetra es nuestro", evocó.

Luego, vino Corea-Japón 2002, cuando Clovis se lanzó a la fama. Si bien en un momento esperaban que Brasil jugara sobre todo en Japón, el sorteo los llevó a Corea del Sur, un lugar del que conocían "muy poco".
"Tuvimos que apurarnos para conocer la cultura y llegar al país. Fue muy divertido. Son especiales, nos recibieron muy bien allá. Conseguimos levantar el pentacampeonato. Fue marcador, fue la copa en la que mi padre fue electo símbolo de la conquista", dijo Frank.

En el medio, "hubo otras copas maravillosas": Alemania 2006 y Sudáfrica 2010, en las que la 'verdeamarela' no corrió la misma suerte. Finalmente en 2014 pudieron ver un Mundial en su propio país.
"Llegó el momento de recibir. En los viajes hicimos muchos amigos y los invitamos a venir. Cuando Brasil fue declarada sede nos preparamos para acogerlos, inclusive en Porto Alegre, donde vive mi madre. Argentina jugó aquí, muchos amigos argentinos vinieron a quedarse en casa", recordó.
Mientras, el padre y sus hijos seguían a la selección en auto, en un recorrido de más de 14.000 kilómetros por todo el país. Según dijo, "un evento de esa magnitud, el mayor espectáculo de la Tierra, es algo mágico para un pueblo".

"Yo siempre decía que el que no entendiera lo iba a hacer cuando la Copa llegue. Me imagino que los rusos que no lo comprenden, cuando empiece en una semana la fiesta, van a sentir la magia del espectáculo. Es contagioso, desde el primer pitazo. Todas las culturas que se unen en el mismo país… es mágico", describió.
La derrota ante Alemania como anfitriones la define como "un aprendizaje", como todo resultado adverso "independientemente del marcador". Como ejemplo puso también la final ante Uruguay en 1950 en Maracaná cuando Brasil perdió en el minuto final, o las eliminaciones en 1986 y 1998 de manos de Francia.

"Uno va creando un caparazón. Está bien ganar, pero perder es parte del juego. Uno tiene que saber administrar ese sentimiento", recordó.
Como dice el dicho, 'siempre que llovió, paró'. La revancha la tuvieron un par de años después, cuando en Maracaná consiguieron la medalla olímpica de oro en Río 2016, casualmente ante Alemania. "Los dioses del fútbol son mágicos", opinó.

En esa instancia, Neymar marcó el penal que definió el encuentro y dio a Brasil el único trofeo que no había logrado conseguir hasta el momento. Frank y Gustavo acudieron a la final de ese torneo, el primero tras el fallecimiento de Clovis en 2015.
"Mi hermano me preguntó qué pensaba si llevábamos la Copa y el sombrero. Así apareció en Río con las dos cosas. Cuando llegamos a Maracaná las personas reconocían que eran de él (Clovis) y nos pedían sacarse fotos, agradecían, pasaban mensajes de amor", aseguró.









En Londres 2012, marcaron también historia. Llevaron una 'batucada' (instrumentos de percusión) para alentar al equipo. Fueron los primeros en hacer algo así en el Old Trafford, el estadio del Manchester United, con gestiones diplomáticas de por medio. Debieron dejar los tambores para que fueran inspeccionados un día antes y solo los pudieron recoger durante el mismo partido.
Ahora los hinchas se aprestan a llevar el 'chimarrão' (como se conoce al mate en el sur de Brasil) para compartir con el pueblo ruso. Esta infusión es un símbolo de unión, pues "aproxima a las personas" así como el Mundial.
"La Copa siempre es un evento mágico. De Rusia, lo que hemos visto en Brasil son estadios hermosos, un pueblo muy querido, que está hermanado, esperando la fiesta. Una cultura muy diferente de la nuestra que estamos locos por conocer y festejar con esa 'galera' (grupo de gente) que percibimos como muy 'legal' (chévere). Estamos como locos de poder llegar, darles un abrazo y conocerlos de verdad", dijo Frank sobre el país anfitrión.