El columnista de The National Interest Dave Majumdar detalló que dichos aviones pueden sobrevivir solamente en "condiciones de baja o media amenaza". Así, su principal función sería la de participar en operaciones contra insurgentes.
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Majumdar explicó que incluso en el hipotético caso de que estos aviones de asalto puedan superar la línea de defensa de largo alcance creada por los sistemas S-300, los Thunderbolts tendrían que enfrentarse a las defensas antiaéreas de medio y corto alcance que siempre acompañan a las brigadas de infantería motorizadas, la principal unidad de combate en Rusia.
"En realidad, las brigadas de infantería motorizada rusas son en esencia zonas antiacceso", señaló Majumdar.
Dichas brigadas suelen estar acompañadas de defensas aéreas Tor-M2, Buk M2 o M3 y sistemas de misiles y cañones Tunguska M1. Por si fuera poco, también los acompaña un batallón de lucha radioelectrónica. De ese modo, "las brigadas motorizadas rusas son grupos de combate independientes que pueden trabajar sin apoyo aéreo".
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Con ello, lo más probable es que los A-10 Thunderbolt ni siquiera puedan despegar. El autor explicó que los misiles de crucero rusos Kalibr y Kh-101 destruirían los aeródromos de la OTAN donde están desplegados dichos aviones.
"Rusia domina la capacidad de ataques precisos de largo alcance usando misiles de crucero. (…) De manera que los aeródromos convencionales de la OTAN podrían no estar disponibles en un conflicto de verdad", concluyó el columnista.
Se prevé modernizar 112 de los 280 aviones de ataque en servicio de EEUU. De esta manera, habrá suficientes Thunderbolts para completar seis superescuadrillas que volarían hasta mediados del 2040.
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