"Los europeos entienden perfectamente que ceden un mercado potencialmente beneficioso a sus competidores de Rusia y China pero no pueden hacer nada", escribe el periodista ruso Serguéi Manukov en su artículo para la revista rusa Expert.
Estas amenazas espantaron a las empresas europeas, lo que no puede decirse sobre las rusas y chinas. Las acciones emprendidas por las compañías de Rusia y China muestran que el efecto de las sanciones estadounidenses no será probablemente tan fuerte como lo esperan en la Casa Blanca, opina el columnista.
"Resulta que muchas compañías de Rusia y China no dependen tanto del sistema financiero estadounidense como las de Europa. Eso les permite operar tranquilamente de cara a la imposición de sanciones con la que Washington está amenazando a las empresas de otros países que siguen trabajando con Irán", sostiene el autor del artículo.
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Según Manukov, era evidente que Teherán iba a cambiar su enfoque en materia de comercio y a reorientarse hacia Rusia y China tras la llegada al poder de Donald Trump. Lo hizo porque presentía que los problemas llegarían todos a la vez con su toma de posesión.
"No sorprende que fuese China el país que el ministro de Asuntos Exteriores iraní, Mohamad Zarif, visitó después de que EEUU abandonara el acuerdo nuclear [firmado con Irán en 2015]", escribe el periodista.
En mayo de 2018, el gigante petrolero chino Sinopec envió a Irán una delegación para firmar un acuerdo por un monto de 3.000 millones de dólares. Con este acuerdo, la empresa buscaba sustituir a la compañía Royal Dutch Shell en el proyecto de Yadavaran, que la empresa angloholandesa decidió abandonar para no enojar a Washington.
Otro gigante estatal chino, China National Petroleum Corp (CNPC), espera sustituir a la empresa gala Total en el yacimiento de gas South Pars. Los franceses anunciaron que abandonarían este yacimiento a causa de las sanciones estadounidenses.
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Sin embargo, estos no son únicos ejemplos de la cooperación entre China e Irán. Las compañías chinas han creado empresas mixtas con sus socios iraníes para construir vías ferroviarias, metros y fábricas de automóviles.
En año pasado, la compañía rusa Rosneft elaboró una hoja de ruta para implementar proyectos estratégicos conjuntos en la esfera de extracción de hidrocarburos en Irán. El volumen total de recursos financieros invertidos en estos proyectos podrá alcanzar los 30.000 millones de dólares.
En marzo, la compañía rusa Zarubezhneft firmó un contrato por un valor de 700 millones de dólares para desarrollar dos pequeños yacimientos petrolíferos en el país persa. La empresa británica BP y la compañía alemana Wintershall también aspiraban firmar este contrato, pero los europeos se vieron obligados a rechazar estos planes y su lugar fue ocupado por la empresa rusa.
"Claro está que trabajando en Irán, Rusia y China están arriesgándose a provocar la ira de Washington, pero la falta de competencia por parte de las empresas europeas es demasiado tentadora. Rusia ve a Irán como a un plataforma más para ampliar la expansión de su industria petrolera en Oriente Medio", escribe el periódico estadounidense, citado por Manukov.
Según el columnista, desde 2016 el comercio entre Rusia e Irán se ha duplicado y ha superado los 2.000 millones de dólares. Rusia exporta a Teherán trigo y maquinaria.
El comercio de China con Irán aumentó un 19% en 2017 en comparación con 2016 y alcanzó los 37.000 millones de dólares. Actualmente, el país asiático es el socio comercial más grande de Irán. Pekín compra a Teherán la tercera parte del petróleo iraní.