Clark, un capitán retirado de la Marina de EEUU, destaca que gracias a sus capacidades, los misiles de crucero siempre fueron la primera opción a considerar por los estrategas militares estadounidenses y sus aliados.
Además: Cómo los Tomahawk socavaron la reputación bélica de EEUU
El concepto de los misiles de crucero fue desarrollado en los años 80 y los Tomahawks fueron utilizados por primera vez en combate durante la Guerra del Golfo en 1991.
También: El Ejército sirio derribó la mayor parte de los misiles israelíes
En línea con estas características se están desarrollando los nuevos misiles LRASM y NGLAW, cuya introducción se prevé para los años 2025 y 2030 respectivamente. Sin embargo y según el especialista, las nuevas tecnologías suelen entrar en servicio mucho más tarde de lo previsto.
"Bien sea que se trate de bombarderos, cazas, helicópteros o de cañones de artillería, raramente los nuevos sistemas llegan a tiempo y siempre cuestan más de lo previsto. Además, se compran en cantidades que no son suficientes para satisfacer los requisitos actuales", explica el columnista.
De acuerdo con Clark, esto suele conducir a unos gastos desorbitantes por el uso de armamentos antiguos como 'soluciones parche' e incluso puede ser necesaria la reapertura de plantas de producción mientras las nuevas armas se hacen camino.
Más: Kalibr deja atrás a los Tomahawk estadounidenses, otra vez
En el caso de los Tomahawks, la situación es peor aún, puesto que estos misiles de crucero "no son opcionales y (…) son un medio para proyectar poder e imponer la voluntad política de EEUU", comenta Clark, quien, en conclusión, considera la ausencia de estos misiles como "inaceptable".