El campanario de la torre Spasskaya sigue luciendo la estrella roja de cinco puntas con la que la coronaron las autoridades soviéticas en 1935 y marcó a las 10.00 horas del 9 de mayo, con el característico tintineo de sus campanas, el inicio del Desfile del Día de la Victoria en la Gran Guerra Patria, un acto que es ya mucho más que una simple efeméride.
Perfectamente formados, los miles de militares que han participado en el acto esperaban inmóviles su turno bajo la atenta mirada de los veteranos. Pese a los años, los antiguos combatientes del Ejército Rojo lucían con dignidad sus uniformes y medallas, aunque seguramente el premio más preciado de aquellos años de barbarie fue el de la derrota del fascismo, un fascismo que convirtió a la URSS y su pueblo en uno de sus peores enemigos.
Después de que el ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, y el coronel general Oleg Saliukov —comandante en jefe de la Fuerza Terrestre de Rusia y encargado del desfile— saludaran y felicitaran a los soldados, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, tomó la palabra.
Más: Lo que hace el Desfile de la Victoria de este año tan especial
El mandatario ruso se dirigió a los veteranos y reivindicó el heroísmo del pueblo soviético, "que luchó hasta la última bala, hasta la última gota de sangre" y advirtió de los intentos de "reescribir la historia".
Putin habló rodeado de autoridades y veteranos, hombres y también mujeres que combatieron al fascismo desde las callejuelas de Berlín hasta las costas del océano Pacífico, en una batalla total que segó las vidas de más de 20 millones de ciudadanos soviéticos y destruyó por completo las infraestructuras del país, hipotecando durante décadas su futuro.
Vídeo: Así ondeó la bandera de la Victoria sobre el Reichstag
El himno del país, que conserva la melodía del de la URSS, galvanizó aquellos recuerdos, especialmente vivos entre los veteranos, los auténticos protagonistas del 9 de mayo.
Durante el desfile, que empezó con los cadetes de distintas academias militares, se pudieron ver los estandartes de todas las ramas del Ejército ruso. En total, miles de soldados con paso medido desfilaron en honor a sus abuelos.
Te puede interesar: Sacrificio de juventud: cómo ayudó la retaguardia de la URSS a derrotar a los nazis
La apertura de la sección mecanizada del desfile corrió a cargo de un T-34, un carro de combate que se convirtió en toda una leyenda en los campos de batalla de la Segunda Guerra Mundial y que fue la pesadilla de los temibles Panzer de la Alemania nazi.
Con su todavía imponente rugido dio inicio esta parte del desfile, que tuvo como protagonista el olor a gasolina y el zumbido de los motores. Más adelante, el gigantesco T-14 Armata hizo su aparición en la plaza, una aparición que vino acompañada de unas más que perceptibles vibraciones del suelo, a pesar de que el público y los periodistas se encontraban a más de 100 metros del blindado.
Después de la sección mecanizada, que también contó con la participación de unidades mecanizadas para el Ártico y los imponentes misiles balísticos Topol y sistemas de defensa antiaérea S-400, llegó la parte aérea del desfile.
Seis aviones Su-25 tiñeron con los colores de la enseña nacional rusa el cielo de la capital. La orquesta militar, que amenizó el desfile con varias canciones de guerra que ya se han convertido en clásicos para varias generaciones de rusos, puso el punto final con 'Despedida de Slavianka'.
Y se acabó. Se acabó el desfile del 73 aniversario de la Victoria en la Gran Guerra Patria. Los asistentes comenzaron a dispersarse lentamente por las calles que dan a la Plaza Roja y el centro de Moscú. La ciudad, engalanada para conmemorar el 9 de mayo, lució espléndida, con un bonito día de primavera, como ahuyentando desde la distancia los nubarrones de la guerra que también golpearon el corazón de la capital hace ahora 70 años.
Fotos: Los momentos más impactantes del Desfile de la Victoria de 2018
Cerca de la Plaza Roja, como un testigo mudo del evento, solo quedó la estatua ecuestre de uno de los mejores generales de la Segunda Guerra Mundial: el mariscal Gueorgui Zhúkov, que con su mano derecha extendida mientras cabalgaba parecía pedir calma o tranquilidad, una calma y una tranquilidad que también estuvieron presentes de alguna manera en el discurso de Putin: "La guerra es siempre un desafío para la vida. Es importante que todos los países se den cuenta de que la paz es muy frágil".