A pesar de que el inicio de su construcción está previsto para el año 2024, el proyecto 23000 es considerado uno de los portaviones más avanzados de su clase. Su planta de propulsión nuclear le permitirá operar en cualquiera de los mares del planeta de manera indefinida. Será, además, capaz de transportar un ala embarcada de hasta 90 aeronaves, entre las cuales destacarán los cazas multipropósito de 5ª generación Su-57. Para desplegarlos, contará con dos rampas y cuatro catapultas electromagnéticas.
Estas características le otorgarán a Rusia un medio único de proyección de la fuerza armada, apunta el artículo de Military Watch. Sus autores ofrecen un análisis sobre la influencia que tendría la botadura de este superportaviones en el equilibrio de fuerza en diferentes regiones del mundo.
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El análisis descarta en primer lugar que el Shtorm opere en las aguas del mar Negro. Esto supondría saltarse los tratados internacionales, que prohíben la entrada de portaviones por los Dardanelos en tiempos de paz. En segundo lugar, desde el punto de vista pragmático, cualquier buque hostil que entre en el mar Negro estará al alcance de las fuerzas terrestres rusas, especialmente las desplegadas en la península de Crimea, lo que deja poco margen para cualquier buque portaviones ruso en la zona.
En Oriente Medio, las fuerzas rusas han expandido su presencia militar tanto para combatir al Estado Islámico como a Al Qaeda, ambos grupos prohibidos en Rusia y otros países. Este movimiento también ha evitado que la OTAN tuviera el dominio de la región. El despliegue del Shtorm en el mar Mediterráneo reforzaría la seguridad de sus bases en Siria y alteraría significativamente los equilibrios de poder. Cerca de esta zona, en el golfo Pérsico, el superportaviones podría jugar un importante papel de disuasión entre los eternos rivales regionales: las monarquías suníes lideradas por Arabia Saudí y la República Islámica de Irán de mayoría chií.
El Shtorm estará diseñado para operar incluso en las extremas temperaturas del océano Glacial Ártico. Pese al interés de canadienses y estadounidenses —que buscan explotar los gigantescos y casi intactos recursos naturales de la región— el nuevo superportaviones le daría a Rusia una ventaja indiscutible en esa prometedora pero prácticamente inhabitable región.
La tercera zona en la que podría ser desplegado el Shtorm sería la costa asiática del océano Pacífico. Aunque Rusia no tiene intereses geoestratégicos más allá de sus fronteras marítimas, la sola presencia de su plataforma naval podría ser un aporte sustancial para su más cercano aliado en la región: China. El gigante asiático está viendo sus costas cada vez más cercadas por las flotas de Estados Unidos, Japón, Francia y el Reino Unido. En julio de 2017, el entonces ministro de Defensa británico, Michael Fallon, prometió que su país enviaría a la región del Pacífico occidental uno de sus portaviones, una promesa que el país europeo probablemente cumplirá.
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Además de los buques del proyecto 23000 que Rusia introduzca en su flota, estos superportaviones podrían ser operados por otras potencias regionales. Es el caso de la India, que anteriormente ya había comprado buques similares a Rusia y prevé robustecer su potencial marítimo con una flota de portaviones. China también podría ser un potencial operador de estas plataformas marinas ya que tanto sus portaviones actuales como sus cazas más modernos están basados en tecnologías rusas y hasta ahora han mostrado un excelente desempeño, concluye el artículo.