"La siguiente guerra será analógica, y la Marina de guerra no está preparada para ella. La dependencia de las tecnologías digitales ha producido una Armada que apenas sobreviviría el primer golpe de un misil o un 'hackeo'", advierte Jonathan Panter, exmarinero y doctor por la Universidad de Columbia en un artículo publicado por el Instituto Naval de EEUU.
El autor sostiene que la afición hacia las nuevas tecnologías en el sector militar, sobre todo hacia las tecnologías digitales, perfectamente justificada si se analiza su eficacia individual, es un fracaso desde el punto de vista de la estrategia, y a veces es básicamente irreversible.
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"No hay duda de que la cartografía digital dotada con las posiciones satelitales por GPS en tiempo real es un método superior de navegación. Pero igual de veraz es que esta dependencia sería una amenaza grave si surgen interferencias electromagnéticas, fallan los equipos o resultan 'hackeadas' las redes internas", resume el autor.
Panter advierte de que el ejemplo de la navegación es solo una ilustración de un problema multifacético.
Así, el investigador recuerda que los motores de buques modernos son imposibles de operar sin su sistema de control digital.
Un apagón completo de electricidad en un buque de guerra le dejaría unos cuantos minutos de funcionamiento gracias a las baterías, pero luego el navío se quedaría ciego y sordo. En los tiempos de paz la ayuda llegaría pronto, pero ¿qué hacer durante una guerra?, pregunta el autor.
"Un buque que no puede navegar con una tripulación que no puede comunicar entre sí, no puede luchar. Los 'juguetes nuevos' no son la respuesta, los antiguos sí lo son", concluye Panter.
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