El periodista Brad Howard señala que la creación de este nuevo avión furtivo fue posible gracias a la caída de la Cortina de Hierro. En 1991, Lockheed y OKB Yakovlev firmaron un acuerdo de cooperación que, entre otras cosas, permitió a la compañía estadounidense obtener información sobre el Yak-141, incluyendo datos de pruebas que requirieron "años de desarrollo".
"Esta fue información crítica que ayudó a comenzar el desarrollo del motor, el corazón de los F-35 modernos", sostiene Howard.
Al comparar las dos aeronaves, el especialista asegura que el F-35 no puede considerarse un sucesor directo del Yak-141; las aeronaves tienen diferentes perfiles aerodinámicos y sistemas de estabilización.
Sin embargo, esta afirmación no sorprende a los analistas rusos. Es más, autores de una reciente investigación afirman que en 1995, con el permiso del Gobierno ruso, OKB Yakovlev vendió toda la información sobre el Yak-141 a los estadounidenses. Luego 'la colaboración' entre Lockheed y OKB Yakovlev se paralizó.
El mismo destino lo sufrieron otros constructores rusos de aviación en los años 1990, cuando, esperando una colaboración futura, tenían que vender sus tecnologías para poder pagar salarios a sus empleados, por ejemplo, Tupolev.