La participación de Alemania en el genocidio armenio estaba justificada por la existencia de una alianza política entre este país europeo y el Imperio otomano. Además, tuvo como meta poner a prueba una nueva ideología militarista, que luego fue adoptada por los nazis, pronunció el experto.
Alemania no solo suministró armas, sino que sentó las bases ideológicas para el genocidio, aclara el informe.
"Incluso en el caso de Alemania no tenía planes de perpetrar un genocidio, en particular, contra los armenios, cabe señalar que su ayuda al Imperio otomano no se limitaba a un simple acuerdo de suministros de armas", comentó Estievenart.
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"Alemania, por su parte, buscaba hacer que los otomanos adoptaran su manera de librar los combates en un conflicto armado. No bastaba simplemente ganar las batallas, a veces hacía falta exterminar al 'enemigo' por completo. Las teorías militares totalitaristas, que existían en aquel entonces en Alemania, luego fueron aplicadas por Hitler", añadió.
A juicio del entrevistado, el informe no puede ser considerado ruidoso teniendo en cuenta que el Bundestag —el Parlamento alemán— reconoció su responsabilidad histórica por el genocidio a través de la resolución aprobada el 31 de mayo de 2016.
"Esto confirma otra vez que existía una alianza muy fuerte entre Alemania y el Imperio otomano, si bien esta información existía desde hace mucho tiempo. En los tiempos de la Primera Guerra Mundial los dos sí cooperaban, formando parte de un bloque de países que se oponían a la Triple Entente", dijo el especialista. Agregó que Berlín ejercía presión para aprovechar esta alianza política.
"Al leer el informe también se puede deducir que Alemania ejercía una fuerte presión a fin de sacar ventaja de esta unión política para su economía mediante el suministro de armas. Se trata de un fenómeno generalizado que existe hasta hoy en día".
A finales del siglo XIX y principios del XX, el Imperio otomano llevó a cabo una política de persecución y destierro de la población armenia en la región de Anatolia oriental, conocida históricamente como el altiplano armenio.
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Durante la ejecución de estas políticas murieron entre 1,5 millones y 2 millones de armenios.
Ereván insiste en el reconocimiento del genocidio por la comunidad internacional.
Turquía, como Estado sucesor del Imperio otomano, rechaza vehementemente el calificativo de genocidio y justifica las acciones en el marco de la lucha contra la insurgencia armenia, según Turquía, apoyada por el Imperio ruso.
Este tema continúa empañando las relaciones entre Turquía y Armenia.