A pesar de que el ordenador cuántico universal aún está por llegar, el principio de computación en el que se basa ya permite solucionar problemas de alta complejidad. Por ejemplo, en algunos laboratorios, con la ayuda de los cúbits se modelan los compuestos químicos y materiales y se recrea el mecanismo de los procesos de fotosíntesis. Por esa razón, urge perfeccionar los elementos básicos de la computadora cuántica, en particular, su unidad básica de información, el cúbit.
El nuevo cúbit está basado en el efecto de deslizamiento cuántico de fase que consiste en una pérdida y recuperación periódicas controladas de la superconductividad en un nanohilo ultrafino (unos 4 nm de grosor) que en su estado normal posee una resistencia bastante alta.
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Por primera vez este efecto, predicho por la teoría, fue observado en el curso del experimento por el jefe de esta investigación, Oleg Astáfiev, director del laboratorio de Sistemas Cuánticos Artificiales del Instituto de Física y Tecnología de Moscú y es catedrático de la Universidad de Londres y el Laboratorio Nacional de Física en Teddington (Gran Bretaña). Su revolucionario trabajo fue publicado en la revista Nature en 2012.
La investigación es el resultado de la cooperación del MISIS con el Centro Cuántico de Rusia, con los investigadores del Instituto de Física y Tecnología de Moscú, el Instituto de Ciencia y Tecnología de Skolkovo (Rusia), la Universidad de Londres y el Laboratorio Nacional de Física en Teddington (Gran Bretaña), la Universidad de Karlsruhe y el Instituto de Tecnologías Fotónicas de Jena (Alemania).
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De hecho, los SQUID son los magnetómetros más sensibles conocidos basados en la unión de Josephson que se usan para medir campos magnéticos extremadamente pequeños. En cambio, en el nuevo dispositivo la interferencia es generada no por el campo magnético sino por el eléctrico que cambia su carga eléctrica en la isla entre dos nanohilos. Estos nanohilos hacen las veces de la unión de Josephson en el dispositivo pero no requieren que se realice el corte, por lo cual pueden ser fabricados con una capa de superconductor.
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Las tecnologías SQUID ya se emplean en algunos de los equipos médicos de escaneado como los cardiógrafos y encefalógrafos magnéticos, en los dispositivos que captan la resonancia magnética nuclear y en los métodos geofísicos y paleográficos de prospección de rocas.