El líder del Partido de los Trabajadores (PT) sigue en la sede del Sindicato de Trabajadores Metalúrgicos de Sao Bernardo do Campo, en el sureño estado de Sao Paulo, donde lo acompaña la cúpula de su fuerza política y miles de personas.
"Tranquila, todo saldrá bien", le dijo Lula más temprano a una de las simpatizantes que le abrazaba emocionada.
Pocos minutos antes el Superior Tribunal de Justicia rechazó una petición de habeas corpus (recurso para que se evalúe la legalidad de un arresto) que habían presentado sus abogados a primera hora de la mañana para intentar evitar su detención.
El juez Moro había ordenado que Lula se entregara en la sede de la Superintendencia de la Policía Federal en Curitiba (estado de Paraná, sur), pero permitió que los detalles logísticos se concretaran entre un comisario de la policía y la defensa de Lula.
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Abría la puerta así a que el expresidente también pudiera presentarse en alguna de las comisarías de la Policía Federal de Sao Paulo, algo que tampoco ha sucedido.
Podrá recurrir ante instancias superiores (el Superior Tribunal de Justicia y el Supremo Tribunal Federal), pero tendrá que esperar el veredicto definitivo en prisión.
Trabajadores sindicalizados del cinturón industrial de Sao Paulo, el más importante del país, se dirigían en diferentes columnas hasta la sede sindical.
Mientras tanto, integrantes del Movimiento de Trabajadores Sin Tierra de Brasil cortaron decenas de carreteras en el país, y se organizaron manifestaciones en varias ciudades.