Según Aznar, la "intentona insurreccional que persiste" hace que España se aleje del objetivo de situarse "en el grupo de cabeza de las mejores democracias" y de las "economías más consistentes".
Aznar intentó huir de "retratos apocalípticos", pero afirmó que la crisis política en Cataluña supone "un momento de gravedad especial" en el que "no se puede adivinar un horizonte de normalidad institucional".
"El nacionalismo está actuando como catalizador de una estrategia de desestabilización para destruir la Constitución de todos", mantuvo Aznar.
Además, el expresidente del Gobierno se refirió a la irrupción de Podemos y otras formaciones de izquierda en el panorama político como a un "populismo antisistema" que "continúa sus esfuerzos por deslegitimar la Constitución".
En su opinión, el nacionalismo catalán "tiró por la borda" los "esfuerzos de integración de las últimas décadas", que le permitían participar en el "gran proyecto nacional y democrático de vida en común que es España".
Ahora, prosiguió el político conservador, los partidos españoles deben ser "conscientes de lo que ha ocurrido" a la hora de tomar sus próximas decisiones, lo que le lleva a afirmar que "no queda lugar para suponer buena fe en las apelaciones al diálogo" desde el independentismo.
"No es posible hablar de diálogo con los que han protagonizado la rebelión desde su posición como cargos públicos y han puesto las estructuras de sus partidos y organizaciones políticas al servicio de una estrategia insurreccional", añadió.
Aznar no ofreció una receta concreta para solucionar la crisis política en Cataluña, pero se mostró convencido de que la situación requiere "el remedio de la ley" y el "estímulo de una alternativa política amplia frente al independentismo".
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