El dictamen de la máxima corte brasileña negó el recurso presentado por la defensa de Lula, que buscaba evitar la ejecución de la pena de 12 años de prisión en tanto no se agotaran todas las instancias judiciales. La decisión fue alcanzada por un estrecho margen de seis votos contrarios y cinco favorables.
Según Esteban Actis, profesor de la Universidad Nacional de Rosario (Argentina) e investigador en política internacional, la irrupción de exponentes militares en vísperas de la votación de los jueces "es el punto más crítico de lo que ha sucedido en Brasil".
El experto consideró que "más allá de que uno pueda estar de acuerdo o no con la decisión del STF", allí se cumplieron los procedimientos legales y el debido proceso, por lo que las declaraciones castrenses "son una presión abierta de la corporación militar hacia la corte, sabiendo que iba a ser una votación reñida y ajustada".
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Otros militares fueron un paso más adelante como el general Luiz Gonzaga Schroeder Lessa, quien afirmó en entrevista radiofónica que si el TSF dejaba a Lula en libertad "sólo quedará el recurso de la reacción armada".
A poco más de 30 años de la recuperación de la democracia tras dos décadas de dictadura militar, esas palabras sobre una intervención "a través de un golpe u otro tipo de formas que queramos conceptualizar" son, para Actis, de "una gravedad institucional y un retroceso en la vida institucional del país".
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"Con la vuelta a la democracia, el control civil sobre las Fuerzas Armadas era un hecho y esto se mantuvo en el tiempo, más allá de que son sectores fácticos con poderes reales. En los últimos tiempos, el control civil del Ejecutivo brasileño ha disminuido al calor de darle mayores atribuciones a las Fuerzas Armadas en el sector de la seguridad pública, más que nada en la lucha contra el narcotráfico", analizó el profesor.
Estos dichos dejan entrever que además de las tareas "tradicionales" de las Fuerzas Armadas, éstas se sienten "con la potestad de definir e influenciar la vida política brasileña". Además, figuras como el polémico Jair Bolsonaro, el segundo candidato en las encuestas de opinión después de Lula, "defienden un papel del Ejército no tan restringido como se entiende en las democracias, sino como un rol más de tutelaje sobre la vida política".
"Estos outsiders de la política de extrema derecha hoy cobran una fuerza importante. Al no estar Lula hay una atomización de los candidatos y cualquiera con 10 o 15% de intención de voto puede meterse en una segunda vuelta", consideró el analista.
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Para el politólogo, al conocer de antemano el inminente rechazo del habeas corpus, Villas Bôas se expresó de modo de reafirmar su poder dentro del Ejército, como si sus palabras hubieran causado un efecto en las otras instituciones.
El especialista subrayó que la Fuerza Aérea de Brasil emitió un comunicado al día siguiente para distanciarse de los dichos del jefe del Ejército. Este ramo del poder militar expresó que "las Fuerzas Armadas deben atenerse a su rol constitucional y no intentar imponer su verdad manifestando una disidencia pública", recordó Mendonça. La diferencia en los puntos de vista "hace menos probable que haya una intervención directa de los militares en el futuro".
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"Por otra parte no veo en qué podrían beneficiarse. Asumir un problema tan serio como atraviesa la sociedad, en el que las instituciones se están descomponiendo, sería volverse el blanco de críticas en el tiempo siguiente, además de que no conseguirían un beneficio directo que no tengan ya ahora", dijo el experto.
"Sin embargo hay muchas voces de la interna de los militares de la línea dura que vienen presionando por más intervención. Imagino que muchos de ellos van a intentar candidatearse a diputados, senadores y hasta gobernadores en algún lugar y es probable que tengan alguna acogida dentro de los partidos y la sociedad civil", matizó.