"Está causando dificultades al Gobierno porque hay mucho más escepticismo que cuando la primera ministra hizo la declaración acusando a Rusia", afirma el profesor de la Universidad de Sheffield.
"Obviamente se ha complicado la campaña pública del Gobierno británico", dice en relación a la declaración del director del laboratorio, Gary Aitkenhead, que arrohja serias dudas sobre la versión gubernamental.
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El ministro de Exteriores, Boris Johnson, está en el centro del descrédito tras haber asegurado en una entrevista televisada que científicos de Porton Down le dijeron "categóricamente" y "sin ninguna duda" que el gas nervioso procedió de Rusia.
"La gente está cuestionando si Boris Johnson mintió, si se confundió, si manipuló los datos… porque el nivel de certeza que exhibió el Gobierno al acusar a Rusia no se justifica con las pruebas que tenemos", denuncia el experto en armas químicas.
"Mientras el Gobierno no aporte más pruebas, su caso se apoya en la valoración de las agencias de Inteligencia y, según la historia reciente, el servicio de Inteligencia es capaz de producir información muy incorrecta", recuerda.
A Robinson no le extraña que el director de Porton Down haya desvelado el agujero en los resultados de los análisis británicos la víspera de la reunión especial de la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPAQ).
"Es difícil saber porqué habló ahora, aunque puede deberse a la reunión de la OPAQ en la que pueden declarar que aunque se identifique el agente nervioso eso no implica necesariamente que pueda identificarse quien lo produjo", reitera.
Esta es la tesis defendida por Robinson y su grupo de trabajo desde que May responsabilizó a Rusia del ataque con el supuesto Novichok (A-234).
"Sabemos que cualquier laboratorio especializado tiene capacidad de producir las estructuras de estos compuestos, y algunos países pueden hacerlo, pero no hay prueba científica de la culpabilidad de Rusia", afirma en la entrevista con Sputnik.
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El profesor de Sheffield considera "perfectamente razonable" la intervención de Rusia ante la OPAQ que el Gobierno May ha calificado de "maniobra de distracción".