Eurnekián es uno de los miembros más prominentes de la diáspora armenia en Argentina. Nacido en 1932, en Buenos Aires, de padres escapados del genocidio contra su pueblo, forjó su fortuna a partir de negocios en el ámbito de las telecomunicaciones y los medios impresos, radiales y televisivos.
Pero este hombre de 85 años ha devuelto parte de sus ganancias para causas filantrópicas de manera silenciosa. La más reciente, según ha informado el portal argentino Infobae, es la financiación del viaje a Malvinas para las familias de los 90 soldados argentinos que murieron en combate y cuya identidad se ha esclarecido recientemente, tras permanecer 35 años "solo conocidos por Dios".
Eduardo Eurnekian — Por todo su apoyo a nuestros héroes caídos en #Malvinas y a sus familiares…..simplemente gracias. pic.twitter.com/LOnBdpYDPk
— Julio Cobos Salta (@juliocobossalta) 26 de febrero de 2018
Fue el magnate del sector aeroportuario el que brindó los recursos para costear los dos aviones que llevaron a hermanos y madres de combatientes a ver aquel sitio remoto, en el que hasta hace poco no sabían en qué tumba llorar a sus muertos.
En realidad, lo fue toda la reconstrucción el Cementerio de Darwin, según detalla la nota del periodista Alfredo Serra para Infobae. A pesar de las repetidas promesas dirigidas a los excombatientes y las familias de los caídos de construir un monumento en memoria de los argentinos fallecidos en ese rincón de su patria, los gobiernos no lo consideraron una prioridad.
Fueron las gestiones ante Eurnekián las que dieron resultado: en 2003, el argentino de origen armenio se comprometió a encargarse del cenotafio. Durante poco más de dos décadas, el cementerio consistía en 237 cruces de madera rodeadas de un cerco. Hoy, aún lo sigue distinguiendo la sobriedad, pero también la monumentalidad para honrar la memoria de los familiares.
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El sitio fue montado por siete isleños —entre ellos, una mujer— además de Chaparro y Daprile. Con poca ceremoniosidad y lejos de los reflectores, fue transferido a las familias de los caídos. Además de una gigantesca cruz frente a las hileras con las tumbas, paneles de granito negro tienen los nombres de todos los soldados que murieron en combate.
Eurnekián continuó su vínculo con los caídos en Malvinas y sus familiares, pero no viajó con la comitiva que arribó a las islas el lunes 26 de marzo. En su lugar, para acompañarlos, fue Roberto Curilovic, excombatiente y piloto de uno de los aviones que hundió en 1982 al buque Atlantic Conveyor.
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Cuenta Serra en su artículo que muchas personas se preguntaban por qué Eurnekián no fue en esta ocasión. A lo que uno de los viajeros respondió: "Yo sé por qué no vino. Dijo que los únicos protagonistas de este día son aquellos que perdieron a su gente amada".