"El reposacabezas del asiento de la clase turista es demasiado alto o no lo es lo suficiente. Siento como si la patas traseras de un burro hubiesen pateado mi cuello y no siento mi pierna derecha", es el primer comentario de esta periodista tras su experiencia a bordo del Boeing 787 Dreamliner de la compañía Qantas Airlines.
Señala que "como en todos los vuelos de larga duración" hay muchos sitios en los que preferirías estar, "como en la cama, para empezar". El resto de sus comentarios son más positivos.
De la comida destaca que no se la esperaba tan fresca. Que le sirvieron hamburguesas vegetales y panecillos y que el desayuno fue caliente, salchichas y huevos incluidos. El trato de la tripulación a bordo "fue exquisito", asegura, y que pudo disfrutar de té y de café durante todo el vuelo. Sin embargo, parece que el espacio para las piernas es una dificultad universal.
Here's my take on the very first Perth to London flight. https://t.co/excbTAtCXy
— Natalie Richards (@natsuzrichards) 25 марта 2018 г.
"El espacio para las piernas era un problema común. En el momento en el que los asientos de delante se comenzaron a reclinar, fuimos todos comprimidos en centímetros de espacio. ¿Ver una película? ¡Va a ser difícil! Será mejor que te acostumbres a ver de cerca a tus estrellas de Hollywood favoritas".
Le da un aprobado a la comodidad a la hora de dormir, mejor que en muchos de los vuelos que ha tenido ocasión de probar en clase turista. "Las almohadas eran enormes y el reposacabezas muy ajustable".
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El primer vuelo sin escalas entre la ciudad de Perth y Londres despegó de Australia el 24 de marzo y aterrizó en Londres unas 17 horas más tarde, tras recorrer 14.498 kilómetros.