En el Día Mundial de la Poesía —21 de marzo— se suele recordar a grandes autores cuyos versos se estudian en las clases de literatura. Pero también es poesía la que cantan las voces urbanas de barrios desfavorecidos, donde las duras condiciones de vida se transforman en un estigma.
'Los Olvidados' narra la realidad del barrio Marconi, una zona de Montevideo recurrente en la crónica policial. Don Cony es uno de sus habitantes, que alcanzó notoriedad en todo Uruguay en 2012 cuando lanzó 'Yo soy Marconi', un rap en el que denuncia de manera contundente el día a día de él y sus vecinos.
"Basta ya de poner presión. / Ya no estamos en la dictadura para tanta represión. / Quiero que saques a mi barrio de tanta persecución", cantaba Don Cony en aquel entonces.
Unos meses después de que se viralizara esta canción, murió a causa de un balazo de un arma policial Álvaro Nicolás Sosa, conocido como 'Bebe', un muchacho de 25 años que según sus vecinos no tenía vínculos con la criminalidad. A seis años, el episodio aún no fue esclarecido, pero el daño provocado por los medios, que suelen mostrar a los habitantes del barrio como delincuentes y que lo hicieron del mismo modo con el joven asesinado, es irreversible.
"El gran objetivo del documental es tratar de mostrar el Marconi desde los ojos del barrio. Ya conocemos la visión de los medios, ahora vamos a conocerlo a través de lo que nos muestran sus vecinos", dijo a Sputnik Agustín Flores, director del documental, que llevó tres años de trabajo y que se estrenará en dos funciones en los próximos días en el Festival Cinematográfico Internacional del Uruguay.
En sus 75 minutos, la película narra a través de la vida de Don Cony y su hermano Kitty —también rapper— la realidad de un sector de la ciudad donde la violencia y el olvido de las autoridades es la moneda corriente. "Para los policías y la prensa: mi barrio no es 100% delincuencia", advierte el músico en 'Yo soy Marconi', cuyo clip abre la película.
"Muchos niños en las calles se están perdiendo / cuántas madres sufriendo / porque sus hijos con las drogas se están envolviendo / y poco a poco la vida están perdiendo / entre tiroteos, chasquis y malandreo. / Por eso pido la oportunidad para que los niños de mi barrio y mi país sigan creciendo y no se críen en las calles como criminales", prosigue.
El director del documental se acercó a la realidad del barrio a través de las Usinas Culturales, un proyecto del Ministerio de Educación y Cultura de Uruguay para potenciar la producción creativa en lugares donde la ciudadanía no dispone de los medios adecuados para hacerlo. 'Yo soy Marconi' surgió de esta iniciativa, en la que Flores trabaja como técnico audiovisual.
Don Cony, como muchas otras personas del lugar, no llegó a terminar la primaria, pero sus reflexiones sobre seguridad ciudadana encierran una complejidad que bien podría ser de alguien con más posibilidades educativas.
El final de la película coincide con otros hechos de represión policial ocurridos a mediados de 2016 y que se cobraron la vida de un joven e hirieron gravemente a otro. Esos acontecimientos son narrados con imágenes de archivo de un informativo, en el que la presentadora se refiere a los implicados como "delincuentes" y en los que se muestra el cadáver del fallecido.
Ante esta imagen distorsionada, Don Cony, como voz del barrio, golpea las puertas de la televisión y solamente en otro programa matutino le dan sitio para compartir su testimonio. Allí, alerta sobre el "resentimiento", producto de la desigualdad, y la necesidad de la acción del Gobierno para evitar más violencia.
La canción que cierra 'Los Olvidados' es de autoría de Kitty, que también alza su voz contra el gatillo fácil. Esta figura lidia en la película con la dificultad de conseguir un trabajo debido a su origen, mientras que otros caen en "opciones tentadoras que a veces se les presentan más a la mano que un empleo".
"No me callo la boca, yo siempre digo lo que quiero. Manden más materiales y no tantos patrulleros. Porque esto es una guerra que no tiene fin: donde el rico quiere que el pobre muera y pobre quiere vivir", canta Kitty.
No sin antes advertir: "Mis armas son las letras, no tiro con metal".