Más de una década después de su liberación, muchos de los exprisioneros continúan sufriendo angustia psicológica al recordar su detención.
"Todavía no puedo lavarme con calma, cada vez que recuerdo la tortura con el agua", dijo Ali Kasi, exprisionero en Abu Ghraib.
"Un anciano pedía ayuda. Había dicho que estaba enfermo. Un soldado estadounidense le dijo que se fuera, pero él insistió en que no podía y el militar le propinó un codazo. Entonces el anciano le suplicó: '¡Por favor!, ¡por favor!'. Después de eso, el soldado lo empujó de nuevo y el anciano cayó al suelo y murió. Murió allí mismo. Lo vi con mis propios ojos", describió Anvar Sudani.
Uno de los presos describió la detención en Abu Ghraib como un intento de "destruirnos psicológicamente".
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Según Kasi, cada persona que estuvo detenida en la cárcel, incluidos niños, "fue sometida a violaciones, tortura, abuso sexual, humillación, violación y muchas otras aberraciones".
"Vi a un niño. Lo violaron frente a su padre. Nunca podré olvidar los electroshocks. Casi parecía como si saliera fuego de mis ojos. No sé. Es algo que no puedes olvidar", dijo.
Al final, no se encontraron pruebas reales de la existencia de tales armas. Sin embargo, el líder del país, Sadam Husein, fue derrocado y ejecutado.
Estos acontecimientos llevaron a la larga y sangrienta guerra de Irak, en el marco de la cual el Ejército de EEUU y la Agencia Central de Inteligencia (CIA) cometieron una serie de infracciones de los derechos humanos, incluida la tortura, la violación y el asesinato en la prisión de Abu Ghraib. Desde entonces, se informó que la mayoría de los reclusos de esta cárcel eran inocentes de los crímenes por los que fueron retenidos.