El universo bursátil no fue inmune a la robotización creciente de la economía. Los robotraders, a través de algoritmos programados en función de las necesidades del inversor, reemplazaron tanto a los clásicos traders (operadores bursátiles), como a los brokers (intermediarios entre vendedores y compradores de acciones), reconfigurando las tareas y el empleo dentro del sector.
Para el experto y actual gestor de fondos de inversión la existencia de estas tecnologías sortea demoras y errores humanos como la digitación errónea, o los cálculos errados. "Se evita el desliz conocido como ‘dedo gordo': el error de un trader que sin darse cuenta en vez de vender 100.000 acciones, vende 100 millones y causa pánico en una acción o en un mercado", ejemplificó.
"Es curioso que cuando hay una corrección o una bajada de las bolsas se le eche la culpa a los robots, y cuando suben no. Porque los robots han estado en todo ese período en el que veíamos las bolsas de mercados emergentes de Estados Unidos, de todos lados, subir. Los robots no son ni hacen todos lo mismo ni venden todos a la vez. Tienen distintas órdenes en base a las peticiones y restricciones que fija cada uno de los inversores", concluyó.