Mientras la Defensa rusa se abstiene de comentar oficialmente el despliegue de sus aviones más avanzados en el país árabe, los expertos tanto rusos como extranjeros coinciden en que el envío de los Su-57 a Siria busca evaluar su rendimiento y poner a prueba sus equipos de a bordo en condiciones cercanas a los de un despliegue real, según las fuentes del diario ruso Kommersant.
Las dudas de la parte india han sido frecuentemente reiteradas en los medios locales del país, citando entre las causas de preocupación una variedad de factores: de la supuesta 'inferioridad tecnológica' del FGFA frente a sus competidores a una queja concreta de la falta de un nuevo motor para el caza.
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El asunto es complejo y multifacético.
Rusia defiende que la industria india todavía no es capaz de asumir todo el proceso de producción de una aeronave tan sofisticada como un caza de quinta generación, así que una transferencia completa sería ineficaz.
Además, al aceptar la transferencia tecnológica, Moscú cedería sus tecnologías de defensa sensibles, lo que, a su juicio, supone una mayor participación financiera por parte de Nueva Delhi, recalca el medio The Diplomat.
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Por otro lado, dadas las necesidades de las Fuerzas Aéreas del país en nuevas aeronaves de combate —el país busca tener más de 42 escuadrillas en servicio activo en comparación con las 32 disponibles hoy—, el presupuesto militar se ve bajo una notable presión.
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Todos estos factores van complicando el proceso negociador. El consorcio ruso Rostec, una parte integral del programa, reconoce que las negociaciones son duras pero se muestra optimista:
"La India es un socio estratégico privilegiado de Rusia. (…) Vamos expandiendo nuestras relaciones en conformidad con la política de 'Make in India' impulsada por el Gobierno del primer ministro Narendra Modi", recalcó Serguéi Chémezov, el director general de Rostec, en una entrevista con el portal India Strategic.
Al hablar del FGFA, Chémezov proclamó que "el trabajo está en marcha": se está discutiendo la segunda fase del proyecto "muy complejo", y que los avances en las negociaciones sí van lográndose, aunque "no muy rápidamente".
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Las fuentes oficiales indias parecen estar de acuerdo con el gerente ruso: en agosto de 2017 una sesión del Ministerio de Defensa de la India supuestamente recomendó que el país asiático prosiguiera con el proyecto conjunto, según Hindustan Times.
Otro lado importante del acuerdo es la empresa aeronáutica hindú HAL, responsable de producir los Su-30MKI bajo licencia de la empresa rusa Sukhoi.
Para persuadir a la Fuerza Aérea de continuar el proyecto, HAL está dispuesto a financiar una parte de este por su propia cuenta con el fin de conseguir contratos posteriores.
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Además, el fabricante indio defiende que con la transferencia tecnológica, la industria del país obtendrá la capacidad de diseñar y fabricar un caza completamente nacional en el plazo de una década.
Así, el despliegue de los Su-57 en Siria va mucho más allá de probar una nueva aeronave en condiciones de guerra.
El desempeño de los modernos cazas rusos podría tanto allanar el camino exitoso para su sucesor ruso-indio como sellar el destino del proyecto conjunto con Nueva Delhi en favor de algún otro participante de la creciente lista de los socios de Moscú en el ámbito militar.
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