Durante los años 2016 y 2017, los negociadores de los bloques regionales de Europa y Sudamérica avanzaron más en las negociaciones de un TLC, de lo que lo habían hecho sus predecesores en más de 15 años.
De allí surgen, a criterio del experto, la mayoría de los puntos presentados ante la delegación del Mercosur, por las gremiales industriales de los cuatro países fundadores del bloque. El documento divulgado el 25 de febrero solicita a los representantes del bloque del Sur que se tengan en cuenta las necesidades del sector y se transparenten las condiciones que se están acordando.
Entre sus demandas está la eliminación de subsidios europeos a la producción de bienes agrícolas; el mantenimiento de límites al acceso al mercado de compras y contrataciones públicas como herramienta de desarrollo industrial nacional; el rechazo a la extensión de las patentes y a la protección de los datos de prueba, la detección de mecanismos de triangulación del origen de los bienes, entre otros.
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Además, piden el aseguramiento de una de las condiciones más discutidas en estas décadas: la ampliación "satisfactoria de cuotas de importación por parte de Unión Europea para los bienes agroindustriales". Un punto que deja ver, para Ponce, el rechazo a la "claramente insuficiente oferta de 99.000 toneladas de carne", que hizo la Unión y fue aceptado por el Mercosur, como cuota de intercambio.
Desde el pasado 21 de febrero y hasta el 2 de marzo los responsables de discutir los términos del acuerdo están reunidos en la capital paraguaya, Asunción, desde dónde podría anunciarse próximamente la concreción del Tratado. A partir de ella iniciaría un proceso de aprobación en cada uno de los parlamentos nacionales, lo que daría paso a los primeros intercambios en un lapso mínimo de dos años.