Los turistas rusos empezaron a llegar a Tahko en los años 90 del siglo pasado. Estos visitantes de alto poder adquisitivo podían permitirse comprar cabañas y granjas de la zona. En una ocasión adquirieron inmuebles por valor de entre 10 y 20 millones de marcos fineses —lo que equivale a entre 2 y 4 millones de dólares—, escribe la periodista Anu Rummukainen en un artículo para el medio Yle.
Los visitantes podían gastar grandes cantidades en pagar servicios imaginables. Por ejemplo, la periodista recuerda que podían llegar a comprar su propia moto de nieve, contratar masajes de cabeza indios y utilizar billetes para hacer trucos de magia.
Además, tenían sus propios chóferes, que les esperaban en el hotel en caso de que quisieran desplazarse. Algunos residentes locales incluso recuerdan haber visto dinero en bolsas de plástico.
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2008 fue el último año de vacas gordas, según Anu Rummukainen, que explica que posteriormente las cosas cambiaron y los rusos dejaron de frecuentar los restaurantes del lugar.
"Ahora compran en el supermercado y se llevan su propia comida", dijo Jouko Liinamaa, citada por la periodista.
Este cambio de conducta también tiene su explicación, informa la agencia rusa FAN. Los rusos ricos descubrieron otros lugares en la misma Rusia u en otros países en los que gastar grandes cantidades de dinero. Los que actualmente visitan Tahko son solo aficionados al esquí.
Últimamente Rusia ha experimentado un considerable aumento del turismo interior. El presidente Vladímir Putin, citado por el periódico Rossiyskaya Gazeta, declaró que el potencial del turismo interior de Rusia es prácticamente inagotable. El desarrollo del transporte y las infraestructuras permite ahora llegar a lugares atractivos para todos los gustos.
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