Las marcas invisibles de los terremotos en México

Durante más de tres décadas la población mexicana recordó al sismo de 1985 como el más mortífero. Si bien las historias de aquel desastre natural estaban presentes, las huellas en el día a día eran casi imperceptibles. En el momento menos esperado, los sismos del 7 y 19 de setiembre de 2017 recordaron la fuerza de la naturaleza.

Hoy los mexicanos están en estado de alerta y buscan sobreponerse de los efectos postraumáticos de los episodios que devastaron al país. Aunque también tuvo sus efectos positivos en la comunidad. La Universidad Autónoma de México (UNAM) creó las brigadas de primeros auxilios psicológicos, que con la implementación de líneas telefónicas brindó apoyo a la población luego de ocurrido los sismos.

 "La reacción (de las personas) es temor a lo que va a suceder, porque no pueden saber lo que va a pasar. Son momentos de mucha ansiedad. Implica estar alerta todo el tiempo, pero también sensaciones físicas como mareo y nauseas", explicó a Sputnik la psicóloga Hilda Paredes, integrante de las brigadas. 

Expertos señalan que de no atenderse este tipo de alteraciones en las primeras horas y días posteriores a la tragedia, los efectos podrían convertirse en estrés postraumático, que terminaría por comprometer la salud de la persona. Los niños son las víctimas más vulnerables de los desastres naturales.

Además del apoyo telefónico, las brigadas mexicanas realizaron un trabajo de prevención en los centros educativos.

"Lo que hicimos fue leerles cuentos, ver qué implicaba para ellos un temblor. Que lo escribieran y lo narraran con los compañeros y la maestra. Porque desgraciadamente en nuestras comunidades los niños no son escuchados", contó la psicóloga mexicana.