"El problema en Sudán del Sur, como en otras partes, no es que salgan sino qué va a pasar con ellos: hace años llevo denunciando en Unicef y otros organismos que no hay dinero para programas de reinserción", dijo.
En este sentido explicó que el desafío es ofrecerles una alternativa atractiva a la no violencia, para evitar que al poco tiempo retornen a la vida militar.
"En el centro que yo dirigía tuvimos suerte porque estaban de moda los niños soldado y había recursos para financiar programas. Fueron más de 3.000 niños y niñas en general que han estudiado, aprendido un oficio y hoy en dia estan viviendo una vida normal", afirma Caballero.
El africanista, ex misionero javeriano, asegura que en Freetown, la capital de Sierra Leona, "muchos taxistas fueron niños soldado, también los hay en la universidad e incluso hay uno que es juez".
Y si bien son secuestrados y obligados a combatir en países como Libia, Chad, República Centroafricana, por el Daesh o los talibanes, para Caballero, otros son los verdaderos responsables: "Ellos se sientan en lo consejos de administración de empresas muy importantes que trabajan en las bolsas de todo el mundo o están en los gobiernos de los países que no votan leyes que impiden que pasen este tipo de cosas. Detrás de cada conflicto en África hay una materia primera que nos interesa a occidente, y son nuestras empresas y gobiernos los que se benefician. Que haya guerra significa que las materias primas van a salir mucho más económicas".