"En una carroza llevaremos a un vampiro del neoliberalismo sentado sobre una maleta de dinero", explicó a Sputnik el carnavalesco [una especie de director artístico] de esta escuela, Jack Vasconcelos, añadiendo con ironía que el muñeco tiene un cierto parecido con alguien muy importante.
En realidad, el "enredo" (tema escogido por la escuela de samba para desarrollar en el Sambódromo) trata sobre una efeméride: los 130 años de la aprobación de la "Ley Áurea", que abolió la esclavitud en Brasil.
"Dios mío, Dios mío, ¿está extinta la esclavitud?" es el lema que resume el ideario de la escuela, que se pregunta de forma retórica si el trabajo forzado fue realmente extinguido en Brasil cuando la princesa Isabel firmó aquella norma tan esperada.
"Partimos de la base de que la abolición en Brasil estuvo mal pensada, no fue estudiada, fue una decisión más económica que humanitaria", aseveró Vasconcelos, remarcando que la alegría que supuso la llegada de la libertad para los africanos esclavizados duró muy poco.
Representarán las manos de los "señores" de Wall Street, los grandes amos de la economía mundial, que si bien ya no poseen a negros en sus fincas de café o caña de azúcar continúan dominando a los trabajadores del mundo.
Las críticas tendrán grandes dosis de actualidad y uno de los disfraces que llevarán los componentes de la escuela representará a un obrero con varios brazos y todo tipo de herramientas, protegido con un permiso de trabajo en forma de escudo arruinado.
Tampoco faltarán reproches a los que "ayudaron" a colocar a Temer y los suyos en el poder: un grupo del desfile irá vestido como los miles de brasileños que protestaron en masa a favor del "impeachment" contra la expresidenta Dilma Rousseff (2003-2016) en nombre de la corrupción y que ahora permanecen en silencio, a pesar de los numerosos escándalos del actual Gobierno.
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La composición del disfraz es elocuente: un manifestante con cacerola (en alusión a las ruidosas caceroladas), nariz de payaso y camiseta amarilla de la selección de fútbol brasileña (las que usaban aquellos manifestantes).
El disfraz también incluye un flotador inflable de pato amarillo, en recuerdo del gigantesco pato que los empresarios de São Paulo colocaron en el centro de la ciudad para patrocinar las manifestaciones; todo ello movido por los hilos de una gran mano con traje oscuro, en alusión a las artimañas de las élites para manipular al pueblo.
"Todo arte colectivo refleja lo que el pueblo está pasando", dice Vasconcelos para justificar sus diseños, al tiempo que confiesa que ha recibido muchos insultos y amenazas de quienes consideran que tomó partido y escoró la escuela de samba hacia la izquierda.
"La idea de que el Carnaval es puro entretenimiento es consecuencia de cómo el Carnaval se dejó vender como puro espectáculo, pero no es solo un "show", es una producción cultural", reclama.
Paraíso de Tuiuti no será la única escuela de samba en realizar fuertes críticas en el Sambódromo.
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Mangueira arremeterá contra el alcalde de Río, Marcelo Crivella, por perseguir el carnaval en base a sus creencias religiosas (es exobispo de la ultraconservadora Iglesia Universal del Reino de Dios) y Beija Flor reclamará contra la patria que abandona a sus hijos más pobres, por ejemplo.