La nueva ley, aprobada por las dos cámaras del Parlamento y firmada por el presidente polaco Andrzej Duda, convierte en ilegal atribuir a los polacos la responsabilidad por los crímenes cometidos por los nazis.
La recién estrenada legislación impone penas de hasta tres años de cárcel a aquellos ciudadanos polacos o extranjeros que afirmen — "públicamente y en contra de los hechos" — que Polonia fue responsable o co-responsable de los crímenes cometidos por el Tercer Reich durante la Segunda Guerra Mundial, o de otros crímenes de guerra, crímenes contra la Humanidad y crímenes contra la paz. El texto exceptúa a artistas e investigadores.
En un discurso televisado el presidente Duda dijo que la ley preservaba los intereses de Polonia, "su dignidad y la verdad histórica" para que los juicios contra los polacos en todo el mundo "sean honestos" y para que ellos mismos se abstengan de difamarse a sí mismos "como Estado y como nación".
El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, exprimer ministro polaco y enemigo político del PiS, cree que la ley sobre el Holocausto tuvo el efecto contrario al buscado, manchando el nombre de Polonia y alentando la visión de la Historia que pretendía criminalizar.
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Según datos oficiales, los alemanes mataron al menos a 1,9 millones de polacos civiles no judíos.
Una encuesta realizada en 2017 por el Centro Polaco de Investigación sobre el Prejuicio descubrió que al 55% de los polacos les irritaba hablar de la participación de los polacos en los crímenes contra los judíos.
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Pero miles de judíos polacos fueron asesinados sin poner un pie en un campo de concentración alemán, sino en matanzas indiscriminadas. El libro de próxima aparición "Intimate Violence: Anti-Jewish Pogroms on the Eve of the Holocaust", de los profesores Jeffrey Kopstein y Jason Wittenberg, documenta 219 pogromos de ese tipo en ciudades y pueblos del este de Polonia, cerca del 10% de las 2.304 localidades donde judíos y polacos vivían juntos. La mayoría de los responsables eran polacos pero también ucranianos.
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Es cierto que los alemanes obligaban a los polacos y a otros grupos no judíos a usar la fuerza, a hacerles el trabajo sucio. Algunos pogromos se produjeron mientras los nazis miraban quietos, pero en muchos otros casos la violencia comenzaba antes de que llegaran los alemanes o después de que se hubieran ido.
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Como demuestran los informes de entonces, perseguir judíos se convirtió en un negocio. Algunos polacos sin escrúpulos crearon un sistema criminal de extorsión —"szmalcownictwo" en polaco— en el que identificaban y chantajeaban a los judíos que se escondían de los ocupantes. Por supuesto, estos "szmalcowniks" no representaban al Estado polaco, pero procedían de toda la sociedad polaca, desde los peldaños más bajos hasta los más altos.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK