Las relaciones ruso-ucranianas en el ámbito de la energía empeoraron considerablemente a finales del 2015. Tras una serie de tensas discusiones, el gigante ruso Gazprom canceló los suministros del combustible azul hasta que la compañía estatal ucraniana no pagara por adelantado. En Naftogaz respondieron que nunca más comprarían el gas a Rusia y que lo obtendrían de los suministradores europeos.
El gas ruso se encareció para Ucrania después de que el país dejara de lado los acuerdos vigentes, incluido el que preveía que Naftogaz pagara a Gazprom por adelantado. Aparte de eso, el Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo abrió una línea de crédito de 300 millones de dólares para Kiev. La idea era que Ucrania pudiera comprar el gas de reverso a los suministradores europeos.
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"Desde los propios inicios, el rechazo al gas ruso fue una jugada política de Naftogaz y Ucrania. Por lo visto, a Poroshenko le había gustado mucho la idea, dado que el mandatario ucraniano creía que así el país dejaba de depender del gas ruso. Este enfoque ha figurado en repetidas ocasiones en sus discursos navideños y ha sido pronunciado hasta la saciedad durante las ruedas de prensa", enfatiza el autor del artículo.
El año 2017 fue clave en que los medios de comunicación ucranianos descubrieran a quién pertenecía el gas que Ucrania recibía de Europa. Con sorpresa y decepción, la opinión pública se percató de que el gas seguía siendo ruso.
¿Pudo Ucrania haber ahorrado?
El esquema de suministros revertidos fue creado especialmente para ahorrar dinero. Según los cálculos realizados por varios analistas, desde 2015 hasta 2017 Naftogaz pagó de más entre 1.000 y 1.200 millones de dólares.
"Por lo visto ese fue el precio de la independencia del gas de Ucrania", ironiza Podgorni.
"Resulta que comprar el gas a Rusia es más rentable, además de que el incumplimiento del dictamen judicial [por parte de Naftogaz] sería equiparable, desde el punto de vista comercial, a dispararse a uno mismo en el pie", escribe el periodista.
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De acuerdo con los datos preliminares, la adquisición de gas ruso en 2018 y en 2019 le saldrá a la compañía ucraniana un 10% más barato de lo que abonaban por los suministros procedentes de Europa.
¿Qué causa está detrás de este deshielo?
Para Naftogaz es un duro golpe, dado que la empresa obtiene un buen rendimiento gracias a que Ukrtransgaz —la operadora del sistema de tranporte de gas de Ucrania— forma parte del conglomerado. Así, en 2017 Naftogaz ingresó 2.500 millones de dólares trasladando el gas ruso a través del territorio de Ucrania.
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"En caso de que Ukrtransgaz salga de Naftogaz, eso contribuirá a que se forme un gran agujero financiero en el balance de la empresa. Por eso el ejecutivo de Naftogaz Andréi Kóbolev se ha preocupado tanto de los ahorros de la compañía", opinó el analista ucraniano Dmitri Marúnich, citado por el periodista.
Una interesante paradoja se ha producido en Ucrania: mientras que Naftogaz aboga por recuperar el gas de Gazprom, el Gobierno ucraniano se manifiesta completamente en contra de tal desenlace y no aprueba el plan financiero de la empresa para que esta pueda concretar sus intenciones. Al mismo tiempo, el dictamen del Tribunal de Arbitraje de Estocolmo ha sido abordado recientemente en Ucrania.
¿Qué futuro le depara a Ucrania?
A pesar de esta difícil situación, los ucranianos no tienen motivos actualmente para la preocupación, pone de relieve el análisis. En los almacenes subterráneos hay bastantes reservas de gas para que puedan sobrevivir en invierno. Lo único que se antoja incierto ahora es el futuro. A quién y con qué recursos comprará Naftogaz el gas en la primavera y el verano de 2018.
El primer escenario, escribe el periodista, implica que otra empresa se dedique a adquirir el gas para Ucrania, según lo prevé el tercer paquete energético. De hecho, esta empresa ya ha sido creada. Se llama Gasoductos Magistrales de Ucrania y empezará a funcionar a partir del segundo trimestre de 2018.
Con todo eso, es incierto el futuro que le aguarda al jefe de Naftogaz, Andréi Kóbolev, que fue designado para desempeñar un cargo de responsabilidad cuando Arseni Yatseniuk ocupaba el puesto de primer ministro de Ucrania. Hoy en día, Kóbolev hace sentir incómodos a muchos políticos, dado que los altos rendimientos de la empresa han sido recibidos gracias a una brusca subida de las tarifas del gas. Este incremento de precios repercutió inevitablemente en los bolsillos de los ucranianos.
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Como consecuencia, los ciudadanos mostraron su descontento con el primer ministro, Volodímir Groisman, y, de esta manera, el índice de aprobación del propio Poroshenko comenzó a decaer, lo que pone en tela de juicio sus esperanzas de salir reelegido en las futuras elecciones presidenciales.
"Uno de los últimos ases que le quedan en la manga a Kóbolev es el apoyo por parte de EEUU. El secretario de Estado, Rex Tillerson, trata de un modo leal al jefe de Naftogaz después de que Kóbolev llegara a entenderse con él sobre la construcción del gasoducto Nord Stream 2. Ahora hay que entender si este recurso le bastará a Kóbolev para mantenerse en su cargo como el jefe de Naftogaz", se pregunta el periodista.