"Lula da Silva tiene una intención de voto en el primer turno de entre el 34 y el 37%", informa la consultora, confirmando el liderazgo del líder del Partido de los Trabajadores (PT), cuyo favoritismo se mantiene inamovible desde hace meses, cuando anunció su intención de ser candidato.
La ley brasileña impide que un condenado en segunda instancia pueda ser candidato, aunque la última palabra la tendrá el Tribunal Superior Electoral en agosto, cuando se registran oficialmente las postulaciones.
En una eventual segunda vuelta Lula vencería a todos sus oponentes por un amplio margen, ya que los sondeos le dan una ventaja de 19 puntos frente al principal candidato de la derecha, Geraldo Alckmin, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB).
En caso que la segunda vuelta fuera contra Marina Silva (Rede), o el candidato ultraderechista Jair Bolsonaro (Partido Social Cristiano), Lula tendría una ventaja similar, de entre 15 y 17 puntos respectivamente.
En un hipotético escenario en que el expresidente no participara en las elecciones, la ventaja la tiene Bolsonaro, que obtendría 18% de los votos, mientras que Silva recogería 13%.
Esta opción no sería tan favorable para el partido, puesto que según Datafolha, 53% de los electores no apoyaría un nombre indicado por Lula.
Ese porcentaje de rechazo disminuyó con el tiempo, puesto que en la encuesta realizada el pasado mes de octubre era de 58%.
A día de hoy, 27% de los encuestados confiesa que una recomendación del expresidente influiría "con seguridad" en su decisión, mientras que para el 17% "tal vez" influiría.
El exmandatario y su entorno consideran que es inocente y que ha sido condenado sin pruebas, víctima de una persecución judicial y mediática que quiere evitar que regrese al poder.
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