El 5 de enero, un artículo del experto austríaco Gustav Gressel —denominado 'Ucrania, al borde de la cleptocracia' y publicado en el portal del Consejo Europeo para Asuntos Exteriores, un 'think tank' con sede en Londres— alertaba de los 'riesgos' de no presionar al presidente ucraniano.
Según Gressel, experto del Instituto Internacional de Política Liberal, Bruselas tiene que empezar a luchar contra las autoridades ucranianas lo antes posible.
De acuerdo con Gressel, el presidente Poroshenko "corta el progreso de los niveles de Estado de derecho y de división de poderes alcanzados por Ucrania tras la llamada 'revolución de la dignidad'". Según afirmó, "si esto continúa así, Ucrania volverá a ser una cleptocracia pseudoautoritaria en la que los representantes del poder se aprovechan del aparato estatal para promover sus intereses".
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Indicó que Ucrania "no tiene un futuro europeo", pese a que las élites del país eslavo afirman que dirigen el país hacia Europa. Así, la UE ya ha amenazado a Kiev con suspender el régimen sin visados, en vigor desde 2017, ya que el país eslavo no cumple con las condiciones fijadas para la aprobación de dicho régimen. No obstante, esta medida afectará más a los ucranianos normales y corrientes que a las élites corruptas.
"De este modo, la congelación de los activos pertenecientes a los representantes más corruptos de la élite gobernante ucraniana, que retrasan las reformas, sería una herramienta mucho más eficaz", afirmó Gresse.
A su vez, el 1 de enero, el conocido economista estadounidense Bill Browder criticó duramente a través de su cuenta de Twitter el asesinato de la defensora de los derechos humanos ucraniana Irina Nozdróvskaia, y aclaró que "todos los implicados en esta atrocidad tendrán que enfrentarse al peso de la ley". En caso contrario, "deben ser sancionados de acuerdo con la ley Magnitski". La denominada ley Magnitski, que entró en vigor en 2014, implica sanciones personales que incluyen la congelación de activos o inmuebles que estén bajo control de EEUU.
"Por desgracia, el 2018 empieza de la misma manera que el 2013. El presidente Petró Poroshenko va fortaleciendo su poder, pero al mismo tiempo, frena las reformas prometidas a los donantes occidentales y persigue a los opositores", reza el artículo. Según el autor, "al igual que durante la Presidencia de Yanukóvich, no hay Estado de derecho en Ucrania".
Pero "si los ucranianos salen a las calles" como lo hicieron en 2004 y 2014 pero en 2018 o 2019" todo será totalmente diferente, ya que, esta vez, Ucrania "está armada hasta los dientes y llena de veteranos patrióticos".
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Por su parte, el diario francés Le Figaro calificó a Poroshenko y su círculo cercano de "mentirosos muy ágiles y hábiles". En el artículo 'Ucrania trata de detener la plaga de la corrupción', cita al diputado de la Rada Suprema de Ucrania Egor Sóbolev, quien definió al expresidente ucraniano Víctor Yanukóvich como un "bandido, un enemigo bastante simple y primitivo".
Así, los 'think tank' europeos y estadounidenses ya están trabajando para desarrollar un plan para presionar a Poroshenko a través de la congelación de sus activos así como con un supuesto golpe por parte de los veteranos de la llamada "operación antiterrorista" —que tiene lugar en el este de Ucrania—, que podría producirse en vísperas de las presidenciales de 2019.
Los altos funcionarios europeos y estadounidenses ya se han dado cuenta de que es más difícil controlar a Poroshenko desde Occidente, así que se ven obligados a adoptar medidas severas contra el líder ucraniano, concluye el análisis realizado por el portal ruso Life.ru.