Además de dar vida, electricidad y alimentos con sus aguas, los grandes ríos permiten llegar de manera rápida y económica al centro del continente y brindan a regiones y países sin salida directa al mar una oportunidad de expandir su comercio a lo largo y ancho del mundo. Sin necesidad de construir grandes infraestructuras como autopistas y ferrovías, con intervenciones más asequibles como el dragado, estos cauces se transforman en un elemento logístico fundamental.
En particular, cinco son las grandes cuencas con cursos navegables que llegan al corazón de América del Sur y se extienden por miles de kilómetros: las del Orinoco (Colombia y Venezuela), el Amazonas (Perú, Colombia, Brasil y Ecuador), el Magdalena (Colombia), el San Francisco (Brasil) y el Plata (Bolivia, Paraguay, Argentina, Brasil y Uruguay).
La flota mercante podría abarcar buena parte de estas superficies, que sumadas representan la de unos dos tercios del subcontinente. Aunque parezca una utopía, hay estudios que demuestran que es posible.
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En la década del 80, los hermanos navegantes Paul y Constantino Georgescu partieron con un peñero, el Niculina, desde la desembocadura del Orinoco en el Atlántico ecuatorial hasta el río de la Plata, en la salida al Atlántico Sur. En total, recorrieron 10.000 kilómetros.
"Hemos sacado la conclusión de que los ríos del eje fluvial norte sur se pueden navegar, sin mayores dificultades, en más de 90% de su longitud, con calados de alrededor de cuatro pies (1,20 metros) durante casi todo el año", aseveraron.
Y aunque en el Viejo Continente "más de 10.000 kilómetros son canales artificiales hechos por la mano humana", los Georgescu consideraron que en Suramérica "decenas y decenas de miles de kilómetros de ríos puedan ser transformados en vías navegables de gran importancia con mínimos esfuerzos". No obstante, este gigantesco proyecto requiere cuantiosas inversiones, planeamiento e investigación y se está lejos del objetivo.
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Uno de los desafíos de la región es interconectar las cinco cuencas y reducir de manera drástica los costos de transporte con un menor impacto ambiental. El desarrollo de zonas más distantes de la costa oceánica, tradicionalmente menos pobladas, permitiría además un mejor ordenamiento territorial. Organismos como CAF se proponen fomentar obras para alcanzar este fin.
#BID espera colaborar en el financiamiento del tren bioceánico entre #Perú, #Bolivia y #Brasil https://t.co/7dRJkeLnGN pic.twitter.com/RGpNoK5lHi
— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) 22 de marzo de 2017
A continuación, Sputnik te presenta la situación actual de los hidrovías de la región:
1. Amazonas—Solimoes
El río requeriría un dragado en algunos de sus tramos para garantizar durante todo el año la conexión entre la desembocadura del Amazonas con el puerto fluvial peruano de Iquitos. Las ramificaciones en Perú harían posible acercar más al Pacífico por un trecho de carretera y se podría hacer un corredor bioceánico.
2. Orinoco—Meta
3. Magdalena
El Magdalena, con sus casi 1.500 kilómetros, recorre Colombia de norte a sur y es el río sudamericano más largo que desemboca en el mar Caribe. Unos 1.100 kilómetros son navegables y es una importantísima vía logística para el país cafetero. El tonelaje que transita el río crece cada año, por lo que se han emprendido obras de mejoramiento para facilitar el transporte.
4. Paraná—Paraguay
Tanto para Bolivia como Paraguay, ofrece una salida al mar para sus productos. De hecho, la flota fluvial paraguaya es la tercera más grande del mundo y muestra de la importancia del transporte a través del río. Su desarrollo es uno de los pilares de integración del Mercosur. Sin embargo, solo un 2% de la carga fluvial la transportan buques de bandera argentina.
Desde el Mato Grosso brasileño hasta el puerto uruguayo de Nueva Palmira, ubicado en el río de la Plata frente a la desembocadura del Paraná, la hidrovía recorre más de 3.400 kilómetros. Desde el noreste brasileño, la hidrovía podría conectarse con el río San Francisco, uno de los más importantes del gigante brasileño.