El equipo que llevó adelante este trabajo procede de un proyecto de la Universidad de Jaén de España, que desde hace 10 años está excavando en esta necrópolis de época faraónica. En el grupo participan arqueólogos, antropólogos, egiptólogos, químicos y arquitectos.
Entre estos, hay un equipo de antropólogos físicos y forenses de la Universidad de Granada, dirigidos por el catedrático Miguel Cecilio Botella López, del departamento de Medicina Legal, Toxicología y Antropología Física.
"Sobrevivieron mucho tiempo porque la sociedad supo cuidarlos, pudo gastar parte de sus excedentes en ellos, y desde luego muestran unos cuidados que en otros grupos humanos no hubieran tenido", explicó el investigador.
Según el catedrático, lo más interesante del hallazgo es que si bien se sabía que era una enfermedad de años, no se tenía una prueba que lo comprobara de forma fehaciente. "Son los casos más antiguos descritos hasta ahora en la humanidad. (…) Podemos comprobar que el cáncer no es una enfermedad actual, ni mucho menos. El cáncer es una enfermedad consustancial al (ser) humano".
Las técnicas de momificación son las que han permitido que estos restos puedan ser estudiados al encontrarse perfectamente preservados. Para la detección de las patologías los científicos utilizaron la Tomografía Axial Computarizada (TAC). Una técnica muy extendida a nivel de la salud, pero poco habitual en el campo de los estudios antropológicos.
"Permite un estudio completo de la momia, incluso por dentro sin tener que abrirla, y sin tener que destruir ningún tejido. (…) Estoy seguro que es la técnica a emplear de aquí en adelante", concluyó el catedrático Miguel Cecilio Botella López.