Los ejercicios fueron protagonizados por los aviones MiG-31, que realizaron cerca de 30 vuelos. En los cielos de la península rusa los equipos de los cazas supersónicos 'interpretaron' el papel de aviones intrusos y de aviones defensores enviados a interceptar al enemigo.
Los pilotos se entrenaron en el manejo de aeronaves en caso de detección e intercepción de blancos desde largo alcance y a la máxima altura posible.
La altitud máxima de vuelo del MiG-31 es de 30.000 metros, por lo cual esta aeronave a menudo es llamada 'estratosférica'.
Asimismo, los aviones realizaron maniobras aéreas con altos ángulos de alabeo y de cabeceo —rotaciones respecto a los ejes longitudinal y transversal, respectivamente—. Tras cumplir con sus tareas, los pilotos aterrizaron manualmente sus aviones.
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El MiG-31 cuenta con el radar Zaslon-M capaz de encontrar blancos a una distancia de 320 kilómetros. El sistema de guiado de este caza es apto para seguir 24 blancos a la vez y puede disparar contra 8 de ellos. El avión elige los cuatro blancos más importantes y los ataca en primer lugar. El alcance de los misiles guiados R-33 es de unos 300 kilómetros.