"La historia ocurre dos veces: la primera vez como tragedia y la segunda como farsa"
Karl Marx
Como el Chapulín Colorado —uno de los muchos personajes creados por el comediante, guionista y director mexicano Roberto Gómez Bolaños, cuya corta estatura y talento para escribir historias le valieron el apodo de 'Chespirito' (pequeño Shakespeare)—, yo pudiera decir que "lo sospeché desde un principio" y sería verdad: resultaba previsible que ello sucediera en unas conversaciones viciadas de origen por el insólito rol de víctima elegido por Estados Unidos y su anunciada decisión de abandonar el TLCAN si la renegociación no les resulta beneficiosa.
Si bien no le falta razón al señor Wibur Ross —dada la actual dependencia de la economía mexicana del comercio con Estados Unidos—, su declaración no resulta meramente enunciativa ni se 'le chipoteó', como pudiera argüir un eventual defensor. "Sin querer queriendo", como diría el Chavo, el secretario de Comercio de Estados Unidos devino en singular 'alter ego' de su jefe, Donald Trump, del que copió el fondo y modificó la forma a la hora de hablar del TLCAN.
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En cualquier caso, México no tiene que dejarse influenciar por las artes intimidatorias de Estados Unidos, ni pensar —como el Chapulín o como quiere hacer creer a todo el mundo el propio Trump— que "se aprovechan de mi nobleza"; esta quinta ronda de negociaciones llega en el momento adecuado para colocar sobre la mesa contrapropuestas bien pensadas que frenen iniciativas estadounidenses como la de concluir el TLCAN cada cinco años, la denominada 'Sunset Clause' propuesta durante la cuarta ronda celebrada en Washington en el mes de octubre.
Al final de cuentas, sea cual sea el cariz de las rondas de negociaciones —la que hoy inició, las que aguardan en el porvenir cercano—, México tiene que asumir que hay vida más allá del TLCAN y, como el Chavo del Ocho, decirle a los inversores nacionales y extranjeros cuyos estornudos agripan al peso y resfrían a la economía azteca "que no panda el cúnico". Y si la terquedad de un hombre poderoso y ególatra termina por desarmar un Tratado sin duda alguna perfectible, pero cuyas estadísticas arrojan más luces que sombras sobre las economías de los tres países involucrados en el mismo, siempre quedará esa salida elegante e ingenua del Chavo del Ocho, que rendía por su encanto a todo aquel que la escuchaba, para quitarle presión a una eventual conclusión del TLCAN:
"Pues al cabo que ni quería".
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK