El objetivo del proyecto CREMLIN (siglas de 'Connecting Russian and European Measures for Large-scale Research Infrastructures') tiene como objetivo "que aumente la cooperación científica internacional entre la Federación de Rusia y la Unión Europea", dice Popov a Sputnik.
Los seis principales laboratorios de investigación científica rusos están involucrados en el proyecto, pero no están solos. Otros 13 centros de investigación científica europeos también participan en él. Hablamos de centros repartidos por Alemania, Francia, Suiza, Suecia y Bélgica, explica Popov. Y se espera que el número de participantes aumente en futuros programas. "Italia, República Checa y toda una lista de otros países de la UE", señala.
Hablamos de instalaciones como el gran colisionador de hadrones de Suiza —en el CERN—, el sincrotón alemán de electrones —el DESY, con sedes en Hamburgo y en Berlín—, el reactor nuclear de San Petersburgo —el PIK— o el colisionador de partículas de la ciudad rusa de Dubná, el NICA. Colisionadores, reactores nucleares… De ahí que los fundadores del proyecto utilicen el término de 'megaciencia' para definirlo.
Ciencia en tiempos revueltos…
Popov explica a Sputnik cómo dio el proyecto sus primeros pasos.
"Nuestros socios occidentales quisieron iniciar una nueva etapa para desarrollar una cooperación en la que estuviesen involucradas grandes infraestructuras para la investigación científica (…) Al mismo tiempo y desde Rusia, por iniciativa del presidente del Instituto Kurchátov, Mijaíl Kovalchuk, se presentó [al Gobierno ruso] una iniciativa para iniciar proyectos de investigación científica en la Federación de Rusia. El Gobierno seleccionó seis".
Hasta que en 2013, "antes de la complicada situación política" entre Rusia y la UE, un grupo de expertos de la Comisión Europea, entre los que se encontraba el presidente del Laboratorio Europeo de Radiación Sincrotón (ESRF) y el director general del CERN, presentaron sus recomendaciones sobre esos seis proyectos para adoptar mejores prácticas y políticas comunes.
Con la Comisión Europea buscando nuevos horizontes y los rusos ofreciendo los suyos, la institución europea aprobó el proyecto, de tres años de duración a contar desde el 1 de septiembre de 2015, en el marco del programa Horizon 2020 para la cooperación internacional.
…y sin fronteras
Popov asegura a Sputnik que la ciencia ha evitado las sanciones durante sus tres años de vida, que incluso se han alcanzado "resultados notables" en el ámbito científico y que la Federación Rusa "ha cumplido con su obligaciones" en el proyecto.
"El nivel de participación de investigadores rusos e internacionales en los programas [del CREMLIN] y en todo tipo de conferencias científicas, seminarios y otros programas de intercambio no solo no ha bajado, sino que en muchos casos (…) incluso se ha incrementado", subraya Popov.
Recuerda las palabras que el presidente del Instituto Kurchátov pronunció el día que CREMLIN fue inaugurado. Entonces, Kovalchuk vio el proyecto como "una señal de buena voluntad entre la Unión Europea y la Federación de Rusia". CREMLIN demuestra que la ciencia no tiende de fronteras.
Lo que está por venir
"Ahora que ya han pasado dos años desde que CREMLIN echó a andar, parece que se empieza a vislumbrar qué derroteros tomará.
"Viendo el impulso general del proyecto CREMLIN (…), Rusia y la Unión Europea están contemplando la posibilidad de comenzar el proyecto CREMLIN 2. Sería una continuación del actual y haría énfasis en la práctica científica. Eso englobaría crear nuevas infraestructuras de investigación a gran escala, más avanzadas, en territorio de la Federación de Rusia".
Pero hasta que llegue CREMLIN 2 todavía falta mucho. A CREMLIN le queda aún un año largo de vida y todo apunta a que a ambos lados de los Urales quieren aprovecharlo bien.