Zadórnov murió a los 69 años tras una larga enfermedad. Durante los últimos 30 años, el humorista dedicó mordaces monólogos al estilo de vida occidental y al de sus compatriotas rusos.
En una de sus giras por el exterior, en el año 1984, Zadórnov pudo dirigirse a una audiencia de habla rusa que vivía en Israel o EEUU.
"Zadórnov describía sus primeros viajes al extranjero desde el punto de vista de un hombre soviético que se enfrenta a problemas muy inusuales, incluidas las dificultades técnicas de la vida occidental, y lo llevan a un estado de estupor, a una especie de éxtasis infantil. Fue Zadórnov quien desautorizó o derribó las barreras ideológicas, la censura… era un gran avance", recuerda el cómico y actor Mijaíl Grushevski.
Según él, Zadórnov fue el primer ruso que explicó a los propios rusos que estaban idealizando excesivamente sus propias fantasías sobre la sociedad occidental, incluida la estadounidense.
El publicista Egor Jolmogórov destaca el papel de Zadórnov "en la formación del consenso antinorteamericano de Putin".
"Sus chistes sobre 'estadounidenses tontos' fueron tal vez el medio más eficaz contra la depresión rusa de los años 80 y 90 en todo el país. Después de escuchar las burlas de Zadórnov sobre los estadounidenses, un simple televidente de nuevo tenía ganas de vivir, ¡ojo!, vivir en Rusia", exclama.
Según uno de los responsables del diario ruso Kommersant, Dmitri Butrin, Zadórnov era hasta cierto punto una especie de institución democrática de la sociedad rusa que, con varias hojas de papel frente al micrófono, siempre estaba dispuesto a compartir con humor ante millones de espectadores una forma de ver el mundo.
El ministro de Cultura de Rusia, Vladímir Medinski, también destacó la aportación del humorista a la formación de una autoconciencia rusa en el extranjero. Recordó que Zadórnov mantenía abierta una biblioteca de acceso gratuito en Riga (Letonia), donde "miles de personas pudieron leer obras clásicas y contemporáneas de la literatura rusa".
La dacha —casa de campo— de Zadórnov en Jurmala (Letonia), según Medinski, "se ha convertido en un verdadero centro de atracción para sus muchos colegas, discípulos y seguidores".