En su artículo para Sputnik Lékuj destaca que hace poco, incluso quienes se oponían al Turk Stream y al Nord Stream 2 —los estadounidenses—, reconocieron indirectamente que no se puede impedir su construcción.
Es decir, ni el Nord Stream 2 ni ningún ramal del Turk Stream deberían ser penalizados, dado que la mayoría de las inversiones en estos proyectos se realizaron antes de esa fecha.
El gasoducto ruso-turco tendrá consecuencias indirectas, asegura el autor del artículo. Por ejemplo, los mismos alemanes en ningún caso eludirán construir el Nord Stream 2 para sacar todo el provecho de llegar a ser el centro principal del gas ruso suministrado a Europa.
"Tanto los alemanes como los turcos comprenden muy bien sus beneficios, por lo tanto, es probable que el ritmo de implementación de los proyectos de gas conjuntos con Rusia solo aumente", pone en relieve Lékuj.
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No obstante, en el proyecto también habrá perdedores. Primero que nada será Ucrania, cuyo gasoducto se convertirá en una pila de metal inútil, ya que tan pronto como se construya solo la primera línea del Turk Stream, Kiev será privado de ingresos anuales por valor de 500.000 millones de dólares, según aseguró el jefe de Naftogaz, Andréi Kóbolev.
También serán los búlgaros quienes saquen a relucir los tiempos en los que el gasoducto se llamaba Meridional y en sus tuberías había imágenes de dos banderas, la rusa y la búlgara.
"Como ha mostrado la historia, solo la bandera rusa es un elemento constante en la ecuación. Y el segundo elemento puede cambiar", resume el analista.