Donald Trump debe haberse dado cuenta de esta realidad ahora que ha iniciado una ambiciosa y larga gira de 10 días de duración por varios países de Asia, que incluye Japón, Corea del Sur, China, Vietnam y Filipinas.
La novedad es que la lista rompe con un precedente pues no se observa un claro sucesor a Xi, ninguno de ellos es lo suficientemente joven para reemplazarle en 2022, como establece la tradición local. En el Congreso se decidió incluir, con nombre y apellidos, la teoría política de Xi en la Constitución del PCCh, lo que le eleva al nivel de los máximos líderes históricos, como Mao Zedong o Deng Xiaoping. Xi busca crear una China "rica y poderosa".
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Para lo primero, apuesta por un proyecto en dos etapas, 2035 y 2050, para configurar una sociedad modestamente acomodada y con una mejor calidad de vida. Para lo segundo, confía en una transformación completa del Ejército Popular de Liberación para que se transforme, también a mitad de siglo, en unas Fuerzas Armadas de primer orden mundial.
¿Para qué construye China el Ejército más potente del mundo? https://t.co/eXo7SnrXhh
— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) 19 октября 2017 г.
Las reuniones de Trump en Tokio y Seúl no dejaron de ser importantes, pero la trascendental fue la bilateral con Xi, la primera desde que el presidente chino anunciara una "nueva era" en la política global y la tercera en un año.
Hace apenas cinco años, se presuponía que el modelo capitalista chino no iba a ser capaz de sobrevivir con éxito a los duros e implacables golpes de la economía de mercado. Existía un consenso tácito de que las autoridades de Pekín iban a necesitar, tarde o temprano, llevar cabo una importante reforma política, una especie de "Perestroika oriental", para que el Estado mantuviera su legitimidad. Quienes hicieron ese pronóstico se equivocaron.
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Ahora, pasado un lustro, el sistema político y económico de China está mejor equipado e incluso es quizás más sostenible que el "modelo americano" que ha dominado el sistema internacional desde el final de la II Guerra Mundial.
El empuje chino es tan significativo que es examinado con suma atención por los líderes de otras potencias en ciernes como Rusia, India o Turquía, donde se emplean algunas de esas herramientas en sus respectivos proyectos de desarrollo económico.
La fórmula del éxito chino se basa fundamentalmente en tres pilares: empleo, industria y tecnología. Los dos proyectos tecnológicos más ambiciosos radican en la exploración del espacio y la Inteligencia Artificial (AI).
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Pekín está ahora en condiciones de invertir grandes cantidades de dinero y a largo plazo en Inteligencia Artificial al igual que Washington lo estaba con el Proyecto Manhattan (construir la primera bomba atómica antes que los nazis). En la Casa Blanca falta indudablemente voluntad política para acometer un plan de esta envergadura que podría caer del lado estadounidense si sólo dependiera de la experimentación y la innovación.
China es el mercado potencial más grande del mundo, con 1.300 millones de habitantes y 300 millones en la clase media. Con 800 millones de usuarios de Internet, su PIB anual ronda ya los 11 billones de euros sólo por detrás de EEUU, con unas reservas en el extranjero de 3 billones de euros.
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En pocas décadas, el llamado Gran Dragón ha construido la mayor red de transportes del mundo, capaz de absorber durante el año nuevo chino nada menos que 3.000 millones de desplazamientos.

China es el mayor consumidor del planeta de todo tipo de productos: moda, teléfonos, productos agroalimentarios o automóviles. Por ejemplo, en 2016 se vendieron 25 millones de coches.
El modelo económico chino está cambiando hacia uno de expansión de la demanda y por eso ha triplicado su consumo interno en solo un año. Eso implica una mayor apertura al exterior.
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En resumen, China es un país con mucho que compartir al que es necesario conocer y respetar para buscar la colaboración de mutuo beneficio. Latinoamérica y España tienen la opción de aprovechar esa excelente oportunidad o de sufrir las consecuencias de no hacerlo. El nuevo tren chino, bautizado como Iniciativa del Cinturón y Ruta de la Seda, está llegando a Europa y es prioritario subirse a él.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK