El patriarca opina que en aquella época "las bases espirituales de la vida de la élite ilustrada empezaron a desmoronarse. La gente perdió su soberanía interior". Esta causa, según el clérigo, provocó "la pérdida de la fe".
La Iglesia no pudo impedir el avance de este proceso dado que "estaba maniatada por el Estado". De acuerdo con Kiril, la Iglesia "no tuvo ni una sola oportunidad para contar la verdad de Dios a sus fieles sin mirarse en el Estado, además era incapaz de dar crédito a los procesos políticos".
El religioso destacó que hoy en día varias personas exhortan a que la Iglesia ortodoxa rusa opte por el mismo camino.
"Nos dicen: ciérrense en sus templos y hagan lo que quieran allí", dijo, a la vez que subrayó que ahora es imposible aislar a la Iglesia del pueblo porque la "Iglesia es el pueblo".
"Vamos a proclamar la verdad de Dios", recalcó.
En 1917 las tensiones sociales desembocaron en dos revoluciones que acabarían con el régimen zarista y que supondrían el surgimiento de un nuevo Estado: la URSS.