Todo comenzó a sus 12 años, cuando montó una empresa ficticia como parte de una tarea escolar. Empezó vendiendo su producto a familiares y amigos y, sin darse cuenta, el negocio no paró de prosperar.
Su padre es de Huesca, donde esta verdura (¿o fruta?) goza de un gran respeto y la saben cultivar. De momento, la marca 'El tomate rosado, el rey del tomate' está registrada a nombre del padre, ya que Javier es menor de edad, pero el joven tiene grandes planes para la futura gestión de la empresa.
Es consciente de que no le será fácil, pues hasta ahora no lo ha sido. Ya tiene la experiencia de perder una parte de su cosecha y vender otra parte por un precio inferior a lo que le había costado cultivarla. Pero piensa de una manera positiva: ya cuenta con el logotipo de su futura compañía, incluso con cajas personalizadas con el logo de la marca.
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