En 2012, el entonces presidente de EEUU, Barack Obama, y su homólogo colombiano, Juan Manuel Santos, anunciaban por lo alto la concreción del tratado de libre comercio (TLC) entre ambas naciones, al final de un tortuoso camino de negociaciones de más de seis años marcadas por promesas de mayor desarrollo económico desde la Casa de Nariño.
"Fue un pésimo negocio para Colombia. Entre otras cosas porque cualquier decisión que toma el Estado colombiano para favorecer, proteger o estimular la producción local es considerada en el tratado como un obstáculo injustificado al comercio que puede ser demandado ante tribunales arbitrales en los que el país no tiene posibilidad de ganar", remarcó el economista.
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En términos de bienes exportados desde la nación sudamericana a EEUU, no se ha modificado la matriz productiva: las ventas consisten en materias primas y recursos naturales, sin mayor valor agregado. Uno de los caballos de batalla del Gobierno para lograr un mayor apoyo dentro de fronteras era la promesa de que más sectores lograran enviar su producción a EEUU.
"Eso no se ha cumplido: en los cinco años de concreción del acuerdo se han logrado colocar solo 38 productos nuevos. Cuando uno mira cuánto suman esos productos son unas cifras ridículas e insignificantes que no sirven para nada al desarrollo del país", aseguró Valencia, profesor de la Universidad Central de Colombia.
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El economista recordó que en 2011, el entonces vicepresidente Angelino Garzón viajó a Washington para "hacer lobby" y conseguir la aprobación del tratado en el Capitolio. En una entrevista con CNN, Garzón aseguró que "el principal beneficiario" de un tratado entre Colombia y EEUU iban a ser las empresas estadounidenses.
"Entonces los resultados que se están obteniendo en este momento del TLC no podían ser diferentes, porque la forma en la que se negoció y la intencionalidad estaban fríamente calculados para que se beneficiara exclusivamente a los negocios de EEUU y no a Colombia. Por eso las pérdidas son enormes", precisó Valencia.
La mitad de los trabajadores del país están condenados a la informalidad. Todo esto combinado, según Valencia, provoca "un círculo vicioso" en el que quedan atrapados los más débiles.
"Un mercado laboral de poca capacitación, baja remuneración y mala calidad de empleo hace que no haya un mercado interno fuerte ni una dinámica de consumo que pueda beneficiar la producción nacional", aseguró el analista.
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La realidad actual ha llevado a que "un grupo de ciudadanos, empresas, trabajadores y movimientos sociales colombianos" se unieran para insistir en la necesidad de renegociar los acuerdos. Sin embargo, la administración de Juan Manuel Santos "no tiene voluntad política" para hacerlo.
"Si Colombia quiere incrementar sus niveles de desarrollo tiene que renegociar. No puede hacerlo con los mismos negociadores que firmaron ese acuerdo sino que indiscutiblemente tenemos que lograr poner en la mesa a profesionales que defiendan los intereses colombianos y no los de las transnacionales de EEUU", concluyó Valencia.