"Está absolutamente claro que las Fuerzas Armadas ucranianas podrían seguir a los observadores, y no solo ellos, sino también los extremistas bien conocidos por sus acciones inhumanas y entonces nadie estará asegurado contra nuevos acontecimientos trágicos", dijo.
Peskov admitió que un control independiente podría librar a Rusia de las acusaciones de que es un país agresor, sin embargo agregó que los intereses de los habitantes de Donbás importan más.
"Pero esto no liberaría a los residentes de Donbás de una amenaza mortal, un asunto mucho más importante", comentó.
A principios de septiembre, Putin expresó su apoyo al envío de los cascos azules a Ucrania siempre y cuando su misión consista en garantizar la seguridad de los observadores de la OSCE y no se extienda más allá de la línea de separación entre las tropas del Gobierno ucraniano y las milicias.
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Las hostilidades en la zona han dejado desde abril de 2014 más de 10.200 muertos, según estimaciones de Naciones Unidas.
Los acuerdos de Minsk, suscritos en septiembre de 2014 y en febrero de 2015, sentaron las bases para una solución política del conflicto pero no han derivado hasta ahora en el cese de la violencia.