Nuestro recorrido 'tras las huellas de Vladímir Putin' comienza en la calle Radeberger, número 101. Aquí, en el tercer piso de un edificio residencial, Putin recibió un apartamento de dos habitaciones para vivir con su familia.
Putin fue enviado a Dresde en septiembre de 1985, a los 33 años de edad. Un año más tarde, llegaron su esposa y su hija mayor, María. La hija más joven, Ekaterina, nació ya en Alemania, recuerda Renate, una vecina que vivía en la misma calle que ellos.
"Eran una familia como cualquier otra. A menudo estaban en el patio de recreo. (…) Los veíamos siempre en las reuniones familiares, en las barbacoas. En el resto, Putin era más discreto, así que la gente no sabía mucho acerca de su vida privada", contó Renate a Sputnik.
No obstante, a la gente local no le gusta mucho recordar aquel período. A cinco minutos del predio donde vivía Putin, en la calle Bautzener, antes se encontraba el departamento de administración regional del Stasi —Ministerio para la Seguridad del Estado de la República Democrática Alemana—, una entidad con una reputación similar a la propia KGB soviética.
En una de las salas del museo memorial que se encuentra actualmente en el local, es posible ver a Putin en una foto con funcionarios de la KGB y del Stasi. Es posible identificar claramente al actual mandatario ruso y también a Horst Böhm, el director regional del Stasi de Dresde, en la época.
En un edificio ubicado en la calle Angelika, número 4, Putin, además de obtener información para la KGB, también reclutaba personal para los servicios especiales soviéticos.
La 'leyenda' de Dresde
Según Wagner, un grupo de personas salió del edificio del Stasi con el objetivo de ir a atacar la oficina de la KGB. El testigo reveló que se sintió preocupado por las posibles consecuencias de tal acción y, por eso, advirtió a los manifestantes para tuvieran cuidado con sus decisiones.
Al llegar al edificio de la KGB con la intención de tomarlo por asalto, la multitud fue recibida por Vladimir Putin y sus colegas armados. El presidente, que en el momento era ya teniente coronel de la KGB, recordó a las personas que el local era un establecimiento militar soviético.
En sus horas de descanso, Putin solía frecuentar un restaurante llamado Am Thor, ubicado en Albertplatz. Un antiguo mesero que por muchos años trabajó en el establecimiento contó que a Putin le gustaba una cerveza de la marca Radeberger, pese a que no bebía con frecuencia.
El restaurante sigue funcionando hasta el día de hoy y algunos clientes habituales cuentan que reconocieron a Putin inmediatamente, cuando la televisión alemana le mostró en 1999, al convertirse en presidente interino del país tras la renuncia de Boris Yeltsin.
Aquí concluye nuestro viaje a la Dresde de Putin. ¿Será que el mandatario ruso todavía se acuerda de toda esa gente que convivió con él en Alemania? De todas las maneras, los residentes de Dresde le desean "salud", "estabilidad para Rusia" y que "el sol siempre brille" en su vida con motivo de su 65 cumpleaños.